FALTA DE SUEÑO Y OBESIDAD Dormir menos de siete horas engorda. Un estudio científico americano demuestra la disminución en el número promedio de horas que los estadounidenses están durmiendo, lo que podría estar afectando a la interrupción de las hormonas que regulan el apetito. El análisis de una muestra representativa a nivel nacional de casi 10.000 adultos descubrió que los sujetos entre las edades de 32 y 49 años duermen menos de siete horas por noche, por lo que son más propensos a ser obesos. El estudio ha encontrado asociaciones similares con otras enfermedades, vinculado la falta de sueño con un mayor riesgo de cáncer de colon, cáncer de mama, enfermedades del corazón y diabetes. Otros grupos de investigación han encontrado posteriormente pistas que podrían explicar la asociación, indicios de que la interrupción del sueño afecta a las hormonas esenciales y proteínas que juegan un papel en estas enfermedades. Si bien muchos aspectos del sueño siguen siendo un misterio, incluyendo exactamente por qué dormimos, resulta evidente que no dormir lo suficiente o estar despierto de madrugada va en contra del reloj interno del cuerpo, realizando funciones corporales básicas fuera de sincronía. La falta de sueño altera todas las funciones fisiológicas en el cuerpo y no tenemos nada en nuestra biología que nos permita adaptarnos a este comportamiento. Sólo podemos dormir. La cantidad de sueño necesaria varía de persona a persona, pero la mayoría de la gente al parecer necesitan entre siete y nueve horas. Los científicos han demostrado hace años que trastornos del sueño, como la apnea del sueño, la narcolepsia y el insomnio crónico, puede llevar a serios problemas de salud, y que la dificultad para dormir puede causar una enfermedad grave. Sin embargo, los primeros indicios de que las personas sanas que no duermen lo suficiente o que cambian sus horarios de sueño a causa del trabajo, la familia o estilo de vida, pueden poner en peligro su salud, surgieron de grandes estudios epidemiológicos que demostraron que las personas que dormían menos morían antes. Los estudios fisiológicos sugieren que un déficit de sueño puede poner el cuerpo en un estado de alerta máxima, aumentando la producción de hormonas de estrés y aumentando la presión arterial, un factor de riesgo para ataques cardíacos y accidentes cerebro vasculares. Por otra parte, las personas que están privadas de sueño tienen niveles elevados de sustancias en la sangre que indican un estado de inflamación en el cuerpo, que también ha surgido recientemente como un factor de riesgo para enfermedad cardiaca, apoplejía, cáncer y diabetes. Otros estudios han encontrado que el sueño influye en el funcionamiento del revestimiento interior de los vasos sanguíneos, lo que podría explicar por qué las personas son más propensas a ataques cardíacos y accidentes cerebro vasculares durante las horas de la madrugada. El último estudio sobre la obesidad realizado por la Universidad de Columbia demuestra que los adultos que duermen menos parecen ser los más propensos a ganar peso y convertirse en obesos. Otros investigadores han encontrado
que incluso la privación del sueño leve altera rápidamente
los niveles normales de la recién descubierta hormonas grelina y
leptina, que regula el apetito. Esto concuerda con la teoría de
que los seres humanos pueden ser genéticamente programados para
estar despiertos durante la noche cuando tienen que estar en busca de alimento
o defenderse de peligro - circunstancias en las que tendría que
comer para tener suficiente energía.
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