SALUD MASCULINA.

LEPTINA, LA HORMONA DEL APETITO

Y que dice al cerebro: estoy lleno. Estudio de obesidad.

Según un estudio realizado en Manheim (Alemania) y publicado por Grosshans y colaboradores en la revista Archives of General Psychiatry, si se suministra leptina sintetizada artificialmente durante un tiempo prolongado se revierte el incremento de la ingesta

La leptina, popularmente conocida como la hormona reguladora del apetito, es una sustancia química generada por nuestras células grasas (los adipocitos blancos) y cuyo papel principal sería transmitir al cerebro la noticia de que hemos alcanzado el estado de saciedad. Este hecho se viene conociendo en la última década, sin embargo, lo novedoso es que esta pequeña proteína podría tener simultáneamente funciones sobre regiones cerebrales involucradas en la repetición de una determinada conducta (en este caso, la ingesta de alimentos), estructura que llamamos el circuito de recompensa.

En las personas obesas existiría una menor producción o una menor función de esta leptina, de tal manera que se ha propuesto que en primer lugar sus cerebros “serían sordos” a la llamada del aparato digestivo en que se comunica que la ingesta ya ha sido suficientemente satisfactoria. Por otra parte, si aceptamos la hipótesis descrita, los bajos niveles de leptina no serían capaces de cumplir con su función habitual en el circuito de recompensa (esto es, “cerrar el grifo” de la liberación de dopamina). 

Las pruebas que sustentan esta última afirmación proceden de personas que presentan un fallo genético en la producción de leptina y que por tanto carecen de la capacidad de sintetizarla. En esta rara enfermedad, denominada síndrome de deficiencia de leptina, existe la tendencia a comer desmesuradamente (polifagia) y a ganar peso. Sin embargo, si durante un tiempo prolongado se suministra leptina sintetizada artificialmente, no sólo se revierte el incremento de la ingesta sino que las regiones cerebrales involucradas en el control de la alimentación crecen de tamaño y mejoran su función.

Las consecuencias de este descubrimiento son extraordinarias. No sólo fundamenta que el estudio de tratamientos farmacológicos y genéticos para la obesidad deberán pasar por el mejor conocimiento de la leptina y de otros péptidos (grelina, orexina, etc.) sino que, además, explica una miríada de comportamientos en la persona que está en tratamiento por otras adicciones, como puede ser la apetencia por las comidas dulces o el chocolate, o la alta frecuencia con la que los sujetos obesos recaen, volviendo al peso previo o incluso superando el que presentaban previamente a un tratamiento inadecuado (dietas milagro).
 
 
 
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