29 de enero de 2015

EL MACHISMO NO SE HA IDO, SE HA TRANSFORMADO

Se ha presentado una encuesta a jóvenes españoles que evidencia que el machismo no se ido, sólo se ha transformado. El machismo de la violencia física ya se reconoce por todo el mundo como una salvajada, pero el otro machismo, el psicológico, subsiste y se acepta. Las tradiciones de siglos no se cambian en unos años. Queda un substrato social del que se vale el maltratador para manipular a una mujer que no acaba de imponer su situación de igualdad.

Según un estudio elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) por encargo del Ministerio de Sanidad, el 33% de los jóvenes españoles de entre 15 y 29 años, es decir, uno de cada tres, considera inevitable o aceptable en algunas circunstancias controlar los horarios de sus parejas, impedir que vean a sus familias o amistades, no permitirles que trabajen o estudien o decirles lo que pueden o no pueden hacer. Si se comparan los resultados de ambos trabajos, la conclusión es aún más preocupante, pues los jóvenes son menos críticos que los mayores con este tipo de actitudes machistas dentro de las parejas: el 32% de las chicas las toleran frente al 29% de la población femenina general, mientras que el 34% de los chicos las consideran aceptables, cuatro puntos más que el conjunto de hombres de todas las edades.

Según la socióloga Verónica de Miguel, coordinadora del estudio, el estudio demuestra que una buena parte de los jóvenes, incluso en mayor proporción que la población en general, no son capaces de identificar determinadas formas de violencia machista. "Rechazan en mayor medida las agresiones físicas, pero no la violencia de control, que también debe considerarse violencia de género", indica.

Hay dos lecturas. Una que una mujer acepte que le digan a quien tiene que aceptar o no en su facebook. La otra lectura es que un hombre se crea con derecho a imponer algo a una mujer. Esto no quiere decir que la coacción se dé en una sola dirección, de hombre a mujer. Mayoritariamente es así, pero hay casos de coacción inversa. 

En la primera lectura cuesta aceptar que una mujer joven acepte ser controlada. La excusa de que se hace por amor no se sustenta. La segunda lectura, la del hombre que se considera con derecho a manipular, es la que es más preocupante. Primero porque demuestra que el machismo sociológico se ha cambiado la careta, pero sigue tan vivo como siempre. Otro aspecto es el complejo de inferioridad que esconde este tipo de comportamientos. Esta inseguridad tan grande que crea la coacción para que no aparezca competencia que le arrebate su conquista. 

Quién se podía imaginar que la libertad que dan las nuevas redes sociales iba a generar un nuevo machismo controlador en unas generaciones que han sido educadas en los principios de igualdad. 

Y cómo se podrá mirar al espejo uno de estos críos que coge el teléfono de su chica y cotillea las últimas llamadas. 

La confianza se tiene o no se tiene. Si se tiene, mejor no hacer la vida imposible a nadie, y si no se tiene, pues es imposible seguir porque la confianza es la base de toda relación humana del tipo que sea.
 


 

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