12 de diciembre de 2016

¿QUEREMOS MOTIVAR A NUESTROS HIJOS?

¿Les estamos enseñando a desear aprender?

Platón decía que el fin de la educación era enseñar a desear lo deseable, es decir, educar la motivación. El deseo de aprender. ¿Les estamos enseñando a desear aprender?

Todos los padres  queremos que nuestros hijos realicen actividades que son imprescindibles para su futuro, pero como a ellos no les interesan, no las hacen porque no están motivados. Luego llegan los suspensos. 

“La esencia del hombre es el deseo”, escribió Spinoza. 

Nacemos con un sistema neuronal de premios y castigos que nos sirve para orientar nuestra acción. Los sentimientos y las emociones forman parte de ese sistema de impulso y orientación. 

Nuestro cerebro es al cuerpo como el software al ordenador. La motivación es como el software del ordenador. Aunque sea la mejor máquina del mundo, si el software no le saber ordenar a procesar, hacer una zanja, moverse, etc., la máquina por sí sola no se mueve.

Algo así pasa con muchachos brillantes que como no tienen motivación fracasan en la escuela.

¿Cómo podemos conseguir que quieran estudiar? 

¿Qué nos sucede cuando queremos seguir una dieta de adelgazamiento? Pues que estamos muy motivados o a los dos días volvemos a comer de todo.

Pues lo mismo sucede a nuestros hijos.

Los niños de hoy están acostumbrados a tener de todo. No solo cuando lo piden, sino antes de desearlo. ¡Qué se dice pronto! Y si no lo tienen inmediatamente ya empiezan los problemas.

Les hemos quitado la motivación y les hemos enseñado a merecerlo todo sin hacer nada.

El ritmo de vida actual hace que el niño dé todo por supuesto, crea que se lo merece todo, y no valore lo que tiene. 

Esa actitud dificulta la enseñanza, porque todo le aburre, le falta interés y encima puede llegar a ser un desagradecido, que es lo peor que se puede ser en la vida.

EL CONSEJO DEL JARDÍN

Lo mejor que podríamos hacer todos los padres es convertir a todos los niños en jardineros porque la huerta nos enseña a ser pacientes y valorar el esfuerzo. Una lechuga crece lentamente, si no llueve no hay lechuga, no nace de un día para otro, y una simple lechuga tiene mucho esfuerzo detrás. 

Ahora resulta que sobre esta ocurrencia existen estudios que asocian el tiempo en la naturaleza con una mejora de la atención.

Pues mira que bien, pero a qué es más fácil no soportarles regalándoles un videojuego a decirles “mira chaval, cuando lleguen las notas ya veremos si te lo has ganado”. 

Ese es el problema, la inmediatez y la falta de paciencia. Los niños son sabios y saben que con unos cuantos gritos e insultos rompen la paciencia de unos padres sin tiempo, así que el padre ve al niño como un problema, no como un hijo al que tiene la obligación de educar. 

Así que para quitarse del medio todos los gritos, problemas y disgustos, abre la billetera, le da un billete a su hijo y le dice que se vaya a comprar el videojuego después de suspender todas las asignaturas.

Y luego los padres dicen que no saben como les han quitado la motivación. 

Basta con imaginarse que Ud no va a trabajar y de premio le suben el sueldo. 

Se está desmotivando a los niños con la excusa de no traumarles. Hay que enseñarles a plantar lechugas, a trabajar duro, y a esperar a ver si hay suerte y quiere nacer la lechuga, porque en la vida, muchas veces el trabajo no tiene fruto inmediato. 
 


 

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