VIAJE AL EL MIEDO A QUE NOS DEJEN.

Miedos masculinos detrás de una fachada de frialdad. 

Una noche el viajero tuvo uno de esos sueños que se viven como si fuesen reales.

El sueño le llevaba a su juventud, a la infancia de sus hijos, a la inseguridad con los trabajos y el descubrimiento de la gran responsabilidad que supone ser padre.

Bajaba unas escaleras y se encontraba con su mujer que creía de viaje. Se para y le dice que se venga con él.

Ella le responde que no, que hay otro. 

¿Desde cuándo? 

Hace años.

El sueño arranca los temores de todo hombre, su paternidad biológica. ¿Y los niños? La incertidumbre.

El sueño se transforma en una reacción visceral. 

Y al poco, el sueño acaba con una petición de que vuelva con él. Ella le dice que no. Entonces se despierta.

A veces los sueños ponen al descubierto todos los miedos. El miedo masculino a su paternidad, el miedo masculino al abandono por otro hombre mejor, el miedo masculino a reconocer que uno se puede humillar con tal de que vuelva la mujer que es el verdadero amor.

Lo que pasa en este sueño hay hombres que lo viven en la realidad. Hombres que reaccionan violentamente en lugar de canalizar racionalmente el dolor. 

La violencia nunca se puede justificar, ni por la locura ni por la pasión. En el mundo de los sueños no hay racionalidad que contenga las emociones. En el mundo real debería imponerse el sentido común a la violencia.

Las personas que no respetan sus compromisos de fidelidad en parejas en las que hay verdadero amor deberían descubrir sus cartas. Si una persona ama de verdad a otra no merece ser engañado.  

Todos los hombres vivimos con nuestros miedos detrás de una fachada de frialdad.