11 de agosto  de 2017

EL PRECIO POR NUESTRO TIEMPO

Satisfacciones materiales o experiencias vitales.

Aunque cuesta tratar sobre el tiempo dedicado al trabajo cuando hay tantas personas con necesidad de un empleo, la visión a la que nos referimos está más referida a la valoración personal que todos tenemos de nuestro tiempo.

La dedicación al trabajo como medio de subsistencia ocupa gran parte de nuestro tiempo. No siempre es posible encontrar un equilibrio entre la vocación profesional, el tiempo empleado y la necesidad de poder tener tiempo para uno mismo.

No solamente se debe computar el tiempo que se dedica al trabajo, sino que hay que añadir el tiempo de desplazamiento de modo que el trabajo ocupa una gran parte de nuestras vidas.

En algunas profesiones no se puede reducir el tiempo de dedicación. Por ejemplo, los grandes ejecutivos. Se les requiere una dedicación prácticamente exclusiva y una disponibilidad absoluta. No hay tiempo disponible que compense la dedicación pero sí hay unos ingresos importantes.

En otros casos la dedicación es similar y los ingresos mínimos, son los casos de sobreexplotación. Un ejemplo sería el de los jóvenes que permanecen en prácticas durante años sin recibir ningún salario por un trabajo que en muchos casos no es de aprendizaje.

En la época de madurez se empieza a valorar más el tiempo que el dinero. Seguramente porque se sabe que no queda tiempo para gastarlo, o que gastarlo no es tan importante como el tiempo. 

Es ese momento vital en el que uno se da cuenta de lo rápido que se le ha pasado la vida y comprende que como mucho le queda el mismo tiempo que ya ha vivido (y que ha pasado volando). 

En esa época el adulto se siente como si hubiese subido una montaña y hubiese alcanzado la cima que le permite ver el otro lado, la bajada.

En esa época se preferiría un salario más equilibrado, más tiempo libre aunque fuese a costa de menores ingresos. En muchos casos algunos profesionales hacen caja durante años para prejubilarse.

El problema es que una prejubilación temprana tampoco es la solución porque a determinadas edades la falta de actividad afecta a la salud física y mental.

Son muchas las personas que preferirían un mayor equilibrio entre la dedicación y el tiempo libre, sin embargo, a ciertos niveles no es viable.

El resultado es que el tiempo que se ha entregado para sobrevivir tiene un coste emocional y vital. Hay una parte de la vida que se ha dejado de vivir para atender al trabajo y poder pagar las cargas familiares. Es el sacrificio de sus padres por sus hijos. El regalo del tiempo, de una vida entera, para que la familia no pase necesidad.
 


 

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