EL PADRE QUE ESTABA DETRÁS DE LA CANCIÓN

“No soy de aquí ni soy de allá...” Facundo Cabral

El padre de Facundo Cabral abandonó el hogar antes de que éste naciera. No tardaron en echar a la madre a la calle junto a sus pequeños hijos, y Facundo tuvo que nacer fuera de un hogar “No soy de aquí ni soy de allá / no tengo edad ni porvenir / y (a pesar de todo) ser feliz / es mi color de identidad”.

Facundo Cabral vivió una vida de miseria en los barrios más humildes de la Argentina. Luego le llegó el éxito y tras un concierto, a los 46 años, se topó de repente con la mayor sorpresa de su vida.

“Lo reconocí porque era igual a la foto que mi madre siempre había guardado, pero con el pelo cano y las huellas del tiempo reflejadas en su rostro y en sus manos. En el acto supe que era él, porque siempre vi esa foto en la repisa de la cama de mi madre”, contaba Cabral. “Mi padre era muy apuesto. Todo lo contrario a mí, era muy elegante. Ahora, muchísimos años después, estaba allí y me quedé congelado sin saber qué hacer”.

Un día Cabral dijo sobre su padre: “Agotó todo el odio que había acumulado en mí; lo odié tanto y tan profundamente porque había dejado sola a mi madre con siete hijos. Aprendimos todos a tener el cielo por techo y la lucha por sobrevivir se volvió prioridad para los ocho. Murieron cuatro de hambre y frío. Tres sobrevivimos de milagro”.

“Vos que caminás tanto, algún día te vas a encontrar con tu padre. ¡No cometas el error de juzgarlo! Recuerda el mandamiento: honrarás al padre y a la madre. Segundo, ese hombre que vas a tener enfrente, es el ser que más amó, más ama y más amará tu madre. Tercero, lo que corresponde es que le des un abrazo y las gracias, porque por él estás gozando las maravillas de Dios en este mundo por el que caminas. La vida que tanto amas no sólo te la dio tu madre, también se la debes a tu padre. No lo olvides”.

 “Por eso cuando vi a mi padre nos acercamos, nos abrazamos y fuimos grandes amigos hasta el final de sus días. Aquella vez me liberé y dije: ‘Mi Dios, qué maravilloso es vivir sin odio’. Me costó años perdonar y pude hacerlo en un segundo. Y me sentí tan bien”.