|
ENTRE HOMBRES. |
EL MINORITARIO MALTRATO SUFRIDO
POR HOMBRES.
Un periódico español
analiza el problema. Sólo el 2% de las denuncias por violencia doméstica
son de hombres.
Según el periódico
el País, 32 hombres han perdido la vida a manos de sus parejas,
frente a la abrumadora cifra de 335 mujeres asesinadas. Apenas rondan el
9% de esta siniestra estadística. El artículo se titula “Pocos,
pero también víctimas” y lo firma la periodista Joaquina
Prades.
Según este artículo,
el hecho de ser minoría en el extendido mundo del maltrato doméstico,
se vuelve en su contra: el entorno social no les anima a denunciar —de
las 130.000 denuncias de media anual el 2% corresponde al varón—
y los expertos recuerdan que para un hombre resulta aún más
humillante que para una mujer reconocer que su pareja le pega, y que le
tiene miedo.
Este artículo hace referencia
a un caso.
“Aurelio G., madrileño
de 42 años, ha dado permiso a su abogado, Víctor Martínez
Paton, para que relate su caso siempre que la identidad quede oculta y
no se especifiquen su profesión o zona de residencia. Abogado y
cliente comparten el mismo temor: que la esposa acabe con la vida de Aurelio.
De momento, y en el año que llevan casados —ella es una fornida
deportista y él un hombre enjuto— le ha propinado varias palizas.
En la última le fracturó la mano, que aún lleva escayolada.
Al vecindario, a los compañeros de trabajo y a los médicos
Aurelio les ha dicho que sufrió una mala caída. Su silencio,
sus mentiras, recuerdan a los testimonios que cotidianamente relatan las
mujeres maltratadas. “Pobrecita. Si ella es buena y me quiere. Bebe y tiene
problemas. Pero me ha prometido que no me volverá a pegar y yo le
creo”, dice Aurelio. Aurelio no se atrevió a mentirle a su hermana.
Fueron juntos a buscar a un abogado y después a comisaría.
“En las seis o siete horas que empleamos en los trámites, la esposa
llamó 31 veces al móvil de mi cliente. Las conté”,
comenta el abogado. “Qué dónde estaba, con quién,
que por qué tardaba tanto, que sus amigos no le gustan...”. El hombre
la despistó cuanto pudo pero el abogado cuenta que de tanto en tanto
le rechinaban los dientes de puro pánico. “Cuando se entere de que
la he denunciado me mata, seguro”, lamentaba Aurelio. Martínez Paton
se indigna: “Si Aurelio fuera mujer estaría a salvo en una casa
de acogida, podría ir a juicio sabiendo que no peligra su vida y
no sufriría tanto desamparo”. Además, este director de un
despacho especializado en maltrato al hombre, aprovecha para recordar otra
discriminación legislativa contraria a su cliente: las constantes
amenazas de muerte que recibe de su pareja serían motivo suficiente
para detenerla. Pero las amenazas solo constituyen delito si quien las
profiere es hombre. En caso contrario, están calificadas como falta.
“Así que ahí le tenemos, compartiendo domicilio a la fuerza
con su agresora porque no tiene adónde ir. Y aterrorizado”, dice
Paton.”
Concluye el artículo
que en España, tras la Ley contra la Violencia de Género
se pena más la agresión del hombre a la mujer que a la inversa,
una discriminación avalada en 2008 por una minuciosa sentencia el
Tribunal Constitucional. Entre otros argumentos, adujo “razones estadísticas
e históricas”.
|
|