HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

UN INVIERNO CON UN HOMBRE ENFERMO 

George Sand y Chopin en Mallorca.

“Chopin es tan débil y tímido que puede ser herido por el pliegue de un pétalo de rosa", decía George Sand, que era el seudónimo de Amandine-Aurore-Lucille Dupin, la gran escritora francesa del siglo XIX.

El padre de George Sand era militar y estuvo en España con las tropas napoleónicas. Un aristócrata que se casó contra la voluntad de su familia con una mujer muy bella que andaba buscando marido por los cuarteles. George Sand estuvo en España visitando a su padre, pero la guerra giró a favor de los españoles y tuvo que volver a Francia con muchas dificultades.

Al morir el padre, la niña y la madre se alojaron con la abuela paterna y como estas cosas no funcionan acordaron que mejor la madre se iba a París y la niña se quedaba con la abuela. Cuando murió la abuela, la madre no tardó en presentarse a por la herencia. Ya lo había advertido la abuela: “cuando muera, muere tu mejor amiga”. 

Ante esta situación y la época que era como era, George Sand se casó con Casimir Dudevant, que era poco conversador, poco trasnochador, que no se enteraba de las cosas que ella le contaba, y lo peor, mayor que ella. Esto último lo corrigió de modo permanente porque de toda la lista de amantes que tuvo ninguno fue mayor que ella.

Y entre amante y amante, con un carácter demasiado liberal para la época, muchas veces vestida de hombre para tener más libertad al salir a la calle, en aquella época las mujeres siempre salían acompañadas, bueno pues eso, que entre amante y amante escuchó la música de Chopin y empezó a mandarle cartas. Chopin no las contestaba y decía a una amiga común que menuda señora pesada, pero cuando ellas insisten ….

Es curioso que cuando se conocieron,  invitados por Franz Liszt y la condesa d´Agoult en el Hôtel de France, Sand murmuró a una amiga: "ese señor Chopin ¿es una niña?", y Chopin dijo "esta señora Sand ¿es una mujer? Estoy por dudarlo". 

Pero un año después volvieron a verse y esta vez escuchó a Chopin tocar el piano junto a Listz y claro esas cosas. Es que el piano tiene mucho peligro.

Así que un día le dijo que lo mejor para su salud era invernar en el sur y al final pasaron el invierno de 1838-39 en la Cartuja de Valldemosa en Mallorca. Este viaje fue luego descrito en su libro “Un invierno en Mallorca” (Un hiver à Majorque), publicado en 1855.

El caso es que llegan a Mallorca, que no era París, era otro mundo, y allí se presenta Frédéric Chopin, muy enfermo y con rumores de que tiene tuberculosis, George Sand, vestida de modo estrafalario, y sus dos hijos Maurice y Solange en plena adolescencia. 

Llega el invierno y las humedades, la enfermedad de Chopin, los cambios obligados de casa hasta llegar a la Cartuja, lejos de Mallorca, bueno que pasan de todo y ella al pie del cañón, como única responsable como siempre porque George Sand siempre mantuvo con sus libros a su marido y a sus hijos, como las buenas folclóricas.

Y a lo que vamos, porque sobre este viaje ya se ha escrito todo, Chopin no fue capaz de dedicarle ni uno solo de sus Preludios, ni la Polonesa en Do menor, op. de 40, o la Mazurca en Mi menor, op. 41 nº 2, entre otras composiciones que compuso en Valdemosa. 

Hombre! qué menos que dedicar una cancioncita si te llevan en barco, te cuidan en la enfermedad, te pagan la casa, la comida, se ocupan de todo. 

Así acabó de harta la pobre George Sand, que dijo que de vivir otra vida sería casta. Es que no es para menos.
 

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