GRAHAM GREENE. Cuando la vida es una ruleta rusa Graham Greene, el autor de Brighton Rock, el factor humano o el tercer hombre, era un hombre que jugaba a la ruleta rusa cuando se aburría, al menos de niño parece ser que lo hizo, aunque a sabiendas de que estaba sin balas, pero su verdadera ruleta rusa fueron sus viajes. En cierta ocasión, muy joven, jugó a la ruleta rusa. El episodio está contado sin dramatismos en el primer volumen de sus memorias, que llegan hasta cuando cumplió veintisiete años. Siempre fue fiel a sus amigos, consideraba la fidelidad como la mayor virtud, pero se olvidó de la mejor amiga, su mujer. Después de viajar por el riesgo acabó en la Costa Azul, en Antibes, siguiendo a Yvonne Cloetta, a quien había conocido desde 1959 en Camerún, entonces ella se casó con un millonario y el estaba felizmente casado, además era veinte años más joven …. Cuando hacía mucho calor se iban a Suiza. Años después de la muerte de Greene un periodista acompañó a Yvonne a la tumba en Vevey. No sabía qué decir y dijo “no es el final”. Yvonne le contestó sin pensar: no para mí. Rilke decía: "Si usted cree que es capaz de vivir sin escribir, no escriba" y Graham Greene lo explicaba: "Escribir es una forma de terapia: a veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, o los que no pintan componen música, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana". Luego dejaba que sus personajes hablasen por él y asustaba a los periodistas diciendo que prefería morir de un tiro que en la cama. Decía cosas increíbles como que el mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños. O que intentaba comprender la verdad, aunque esto comprometiese su ideología. O que en el fondo de nosotros mismos
siempre tenemos la misma edad.
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