HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

DALÍ NO TENÍA RAZÓN.

O a lo mejor la tenía y somos hormigas.

Contaba Dalí que “la persistencia de la memoria”, el cuadro de los relojes blandos,  fue provocado por la imagen del queso camembert que había tomado aquella noche y cuya imagen blanda derritiéndose, no le había dejado dormir. Contaba que fue así como completó al día siguiente un paisaje que tenía a medio hacer, añadiendo tres relojes blandos que asumían de esta forma la imagen del queso derretido, y un autorretrato suyo en forma de ameba, con su ojo cerrado por sus grandes pestañas y el resto estilizado hasta la desfiguración. 

Son múltiples las interpretaciones que se le pueden dar al cuadro. Dalí dijo que "lo mismo que me sorprende que un oficinista de banco nunca se haya comido un cheque, asimismo me asombra que nunca antes de mí, a ningún otro pintor se le ocurriese pintar un reloj blando".

La persistencia de la memoria de Dalí representa un paisaje, seguramente la bahía de Port Lligat al amanecer, en cuya playa se extienden una serie de figuras. 

Hay cuatro relojes; un reloj de bolsillo y tres relojes blandos y deformados. Uno de los relojes cuelga en equilibrio de la rama de un árbol. Más abajo, en el centro del cuadro, otro se acopla a modo de montura sobre una cara con largas pestañas inspirada en una roca del cabo de Creus. El tercer reloj blando está, quizás, a punto de deslizarse por un muro. Sobre este reloj hay una mosca y sobre el reloj de bolsillo, situado sobre el muro, hay multitud de hormigas. Se cree que están ahí porque este tipo de reloj se lleva junto a la zona genital.

La mosca y las hormigas transitan por el único que no se reblandece, seguramente porque la memoria no era capaz de destruir el miedo pavoroso que le tenía Dalí a los insectos desde la infancia, y que de esta forma se convierte además en una típica respuesta psicoanalítica a los traumas de la infancia.

Todos los relojes marcan una hora distinta, y el único que mantiene su rigidez está pintado boca abajo e infestado de hormigas. 

Algunos símbolos hacen alusión al paso del tiempo y su relación íntima con un elemento consustancial al mismo como es la memoria. Los relojes derretidos son una muestra del paso del tiempo frente al cual no hay medida posible y acaba destruyendo cualquier esfuerzo de intentarlo. 

Otros opinan que la memoria se pierde con el paso del tiempo, hasta reblandecerse sin remisión. El tiempo se impone a todo y nos impone su ritmo de vida, lo mismo que el reloj blando aprisiona el rostro de Dalí. 

El tiempo por tanto se representa así como una dictadura sobre nuestras vidas y destruye cuanto toca. Por eso Dalí  no tenía razón o a lo mejor la tenía y somos hormigas. Sólo somos memoria y Dalí era muy joven cuando lo pintó.
 
 
 

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