EL HOMBRE GHEISO

A veces los hombres somos tratados como entretenimientos. ¿Son por eso malas las mujeres?.

OPINIÓN DE UN LECTOR.

Después de leer atentamente el artículo de la Geisha me sorprende que una revista masculina se posicione en el tópico de que los hombres que no se acaban casando con mujeres a las que entretienen son malos. Si esta afirmación es cierta, que lo dudo, ¿no cabría el mismo calificativo para las mujeres que entretienen a los hombres?.

La mujer actual disfruta de suficiente libertad como para que necesite de un final feliz de película, en la que Richard Gere la rescata llevándola al altar después de haber ido de cama en cama. 

Hace años conocí a una chica que vino a vivir temporalmente a mi ciudad por motivos de trabajo. Tuvimos relaciones sexuales durante un año. Al mismo tiempo ella mantenía su relación estable, en su ciudad, con su compañero desde hacía más de 5 años. Durante este año dormía con uno y otro según la ciudad en la que se encontrase. Nunca me dijo que me quisiese, nunca me prometió nada, nunca me pidió nada.

Cuando dejó al otro yo ya estaba enamorado y le pedí que siguiésemos adelante, algo más. Me dijo que no, que lo nuestro era una relación sexual y que la continuásemos así. Después de un tiempo me dolía más el amor por ella que el placer de su propuesta.

Cometí un error de colegial. Me enamoré cuando no me habían ofrecido amor, sólo sexo. Hay personas que saben diferenciar el sexo del amor, quizás yo fui uno de ellos durante un año. Probablemente la mayoría de los hombres piensen que yo estaba loco por desaprovechar una oportunidad así, pero un día le dije que no podía seguir viéndola. Me llamaba de vez en cuando para tener sexo, yo le decía que no y mis amigos, que me veían solo, me tomaban por loco.

Nunca he dicho que ella fuese mala, ella era dueña de su vida y de su destino, yo creí que podía compartir su cama sin más, pero un día comprendí que me había enamorado. Mi habitación está recubierta con sus fotos.

Por cierto, cuando le pregunté por qué no me quería, me contestó fríamente que por feo, con el mismo desparpajo con el que algunos macarras dicen a sus novias que las dejan por gordas.

¿No ha llegado el tiempo de hablar de igualdad?. ¿No somos iguales hasta para las consecuencias?.