EL DESVÁN. Neurología. El misterio del cerebro.

LA DEPRESIÓN Y EL CEREBRO

Las personas con depresión tienen mayor número de conexiones en el cerebro. 

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) las personas con depresión tienen mayor número de conexiones en el cerebro. 

La principal diferencia de un cerebro depresivo es que está hiperconectado, según revelan los autores en la revista PLoS One. El hallazgo explicaría por qué la depresión clínica suele cursar con ansiedad, falta de atención y concentración, problemas de memoria y trastornos del sueño.

Según concluye Andrew Leuchter, investigador del Instituto de Neurociencia y Comportamiento Humano de UCLA y coautor de un estudio que implicó a 121 adultos con depresión severa, “el cerebro sano debe ser capaz de sincronizar, primero, y desincronizar, después, distintas áreas para reaccionar ante lo que nos sucede, regular el ánimo, aprender y resolver problemas”. 

El problema del cerebro depresivo, añade Leuchter, es que conserva su habilidad para formar conexiones pero es incapaz de “apagarlas”.

En los pacientes, el área del cerebro que mostraba más conexiones anormales era la corteza prefrontal, implica en regular el estado de ánimo, tomar decisiones y resolver situaciones problemáticas. “Cuando el cerebro pierde su capacidad de controlar sus propias conexiones, es incapaz de adaptarse a los cambios”, según Leuchter.

Según un estudio de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), y recogido en el Proceedings of the National Academies of Science, las expresiones faciales que indican sentimientos como la alegría, tristeza o enfado tienen una base cultural y social.

Darwin identificó un conjunto de seis emociones básicas: felicidad, sorpresa, miedo, repugnancia, enfado y tristeza. 

Según Darwin, si los gestos de la cara que se corresponden con dichos sentimientos se transmiten culturalmente de generación en generación, sus significados deberían haber ido variando gradualmente de forma que hoy en día, por ejemplo, una señal de alegría pudiera indicar tristeza en otras culturas. Darwin llegó a la conclusión de que, al contrario de lo esperado, nuestros ancestros tenían el mismo conjunto básico de emociones que se correspondían con gestos faciales como parte de nuestra herencia genética. 

Sin embargo, el nuevo estudio de la Universidad de Glasgow (Reino Unido) ha encontrado pruebas de lo contrario. Los investigadores crearon rostros virtuales con 4.800 expresiones clasificadas según las seis emociones básicas de Darwin. La mitad de las expresiones se mostraban en caras de origen caucásico y la otra mitad en caras con rasgos del este de Asia. Los participantes en el estudio, de origen tanto asiático como caucásico, tuvieron que identificar las emociones en dichos rostros virtuales. Si las seis emociones básicas de Darwin son universales, todos los individuos deberían asociar las mismas caras con las mismas emociones.

Los resultados señalan que, mientras que la sonrisa significaba lo mismo para todos los participantes, las emociones reflejaban sorpresa, miedo, repugnancia y enfado no eran clasificadas con claridad por los individuos de origen asiático, por lo que los investigadores concluyen que cada cultura tiene sus propias expresiones que no tienen que ser compartidas en otras regiones. 

Para los originarios del este de Asia, las expresiones faciales podrían responder a otras emociones fundamentales como la vergüenza, el orgullo o la culpa.
 
 

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