¿POR QUÉ PERDEMOS LA CONCENTRACIÓN? La lectura como técnica de concentración. Cuando estamos nerviosos perdemos concentración y olvidamos cosas, pues la hormona antidiurética (ADH), o arginina vasopresina (AVP) que controla los procesos de memoria baja producción y se inhibe cuando le falta el impulso y la moticavión. Es conveniente hacer un descanso cuando detectamos que nuestro nivel de concentración baja. El profesor John Trougakos, de la Universidad de Toronto, ha analizado el funcionamiento de la productividad y ha descubierto que la concentración es similar a un músculo: se fatiga tras mucho tiempo de uso y necesita descansos para recuperarse. El cerebro es como un músculo que debe entrenarse, por ejemplo con la lectura, para conseguir un buen control mental y centrarse en la tarea, aunque también se debe tener en cuenta la necesidad de hacer descansos para que éste no se agote. La lectura favorece la concentración y la empatía, previne la degeneración cognitiva y hasta predecir el éxito profesional son sólo algunos de los beneficios encubiertos de la lectura. Según Vaughan Bell, psicólogo e investigador del King’s College de Londres, “la capacidad de concentrarse en una sola tarea sin interrupciones representa una anomalía en la historia de nuestro desarrollo psicológico”. Mientras estamos leyendo el hemisferio izquierdo del cerebro está trabajando a alta velocidad para activar diferentes áreas. Los ojos recorren el texto buscando reconocer la forma de cada letra, y su corteza inferotemporal, área del cerebro especializada en detectar palabras escritas, se activa, transmitiendo la información hacia otras regiones cerebrales. La actividad de leer, que el cerebro
lleva a cabo con tanta naturalidad, tiene repercusiones en el desarrollo
intelectual. “La capacidad lectora modifica el cerebro”, afirma el neurólogo
Stanislas Dehaene, catedrático de Psicología Cognitiva Experimental
del Collège de France en su libro Les neurones de la lecture (Odile
Jacob).
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