LOCURA, GENIO Y POESÍA. "Nosotros los poetas, en nuestra juventud empezamos con alegría, pero después viene la desesperación y la locura final." William Wordsworth Decía Aristóteles
que la locura y el genio parecen ir de la mano.
¿Por qué podría la gente creativa es tan propensa a la demencia?. En la tradición cultural, se cree a menudo que las enfermedades mentales de los grandes poetas son simplemente una condición de su genio artístico. Tal vez sea el hecho de que sus creaciones partan del mundo de la experiencia, de la soledad en la que viven. Pero puede que los poetas puedan encontrar que el dolor su inspiración, o quizás la forma de querer demostrar el poder sobre el dolor inherente a la existencia. Decía Shakespeare que “El lunático, el amante y el poeta, nada son sino imaginación. El uno ve más diablos que lo que el vasto infierno puede contener: ése es el loco. El amante, con parejo frenesí, ve la belleza de Helena en una ceja de gitana. El ojo del poeta, inmerso en su furor divino, Pasea la mirada del cielo a la tierra, y de la tierra al cielo, y cuando la imaginación da cuerpo a cosas desconocidas, su pluma las convierte en formas, y de la nada aérea sale un lugar de habitación y hasta un nombre.”. La persona que abre la puerta a la creación denota una sensibilidad particular, posiblemente una mayor apertura, que tal vez se viva como una herida frente al mundo por lo que supone, acarreando a veces un quantum de sufrimiento que a menudo desdibuja los límites de lo “real”, pero ese es un término muy discutible igual que el de “normal”. Una poeta nos decía “conozco poetas locos, poetas sensatos, místicos, catedráticos que son poetas, poetas que llevan vidas de familia, poetas malditos, marginales, etc. en cualquier caso gente que necesita explorar algo desde un lugar menos conocido. Yo diría que los poetas somos aventureros que necesitamos comprender la naturaleza de la realidad en la medida que nos es posible desde nuestra visión personal, desde nuestra propia existencia en el mundo en que nos toca vivir. Conozco a poetas perturbados, consumidores de sustancias, algunos muy centrados y sensatos, en definitiva personas con sus particularidades”. En cualquier caso habría mucho que discutir acerca de la supuesta normalidad. También se dice que los Psicólogos están locos, que los Psicoanalistas son obsesos sexuales. La cuestión es que quizás la realidad de lo que somos cada ser humano sea un poco más compleja y puede que de alguna manera necesitemos catalogarla para sentirnos más seguros. A modo ilustrativo, hay una anécdota sobre Oteiza que cuenta Irazoki. Es una anécdota de la salud mental – bastante frágil- del maestro al que admiraba profundamente, Oteiza un gran poeta y escultor (por cierto más reconocido internacionalmente). En una ocasión comiendo en un restaurante cuando le sirvieron un whisky expresó su estado de euforia por poder degustar tan excelente bebida y se lo vertió así mismo sobre la cabeza en un estado de exaltación. Vivir con una persona así debe resultar realmente difícil. La locura es muy difícil para quien la experimenta y también para el que está al lado de ese sujeto que la sufre. Al mismo tiempo puede ser una fuente de inspiración riquísima, pero no creo que se pueda hacer una equivalencia poeta igual a loco. Lo que sí parece que ocurre
a menudo es que muchos escritores han atravesado en su infancia algún
episodio difícil, alguna enfermedad, aislamiento, maltrato, exilio
u otras cosas.
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