El sueño
Vicente Aleixandre
Hay momentos de soledad en que
el corazón reconoce, atónito, que no ama.
Acabamos de incorporarnos, cansados:
el día oscuro.
Alguien duerme, inocente, todavía
sobre ese lecho.
Pero quizá nosotros dormimos...
Ah, no: nos movemos.
Y estamos tristes, callados.
La lluvia, allí insiste.
Mañana de bruma lenta,
impiadosa. ¡Cuán solos!
Miramos por los cristales. Las
ropas, caídas;
el aire, pesado; el agua, sonando.
Y el cuarto,
helado en este duro invierno
que, fuera, es distinto.
Así te quedas callado,
tu rostro en tu palma.
Tu codo sobre la mesa. La silla,
en silencio.
Y sólo suena el pausado
respiro de alguien,
de aquella que allí,
serena, bellísima, duerme
y sueña que no la quieres,
y tú eres su sueño.