SONETO XXV
Pablo Neruda, 1959
Antes de amarte, amor, nada era
mío:
vacilé por las calles
y las cosas:
nada contaba ni tenía
nombre:
el mundo era del aire que esperaba.
Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por
la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían
en la arena.
Todo estaba vacío, muerto
y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,
todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de
regalos.