EL PROTOCOLO Y EL TELÉFONO MÓVIL

¿De verdad hay gente que llama a la hora de la siesta?

¿A quién le importa lo que diga por el teléfono móvil?

El otro día una escritora nos confesaba que había descubierto un lugar fuente de inspiración para sus novelas. El sitio era el autobús. Cogía cualquier autobús, se sentaba, sacaba su libro de notas y a escuchar las conversaciones de los teléfonos móviles. Nos contó casos curiosísimos de conversaciones románticas, de negocios, familiares …

Lo mismo sucede en los servicios públicos. Es una falta de respeto hacia los demás utilizarlos para mantener ciertas conversaciones. A nadie le importa.

Ya no digamos cuando suena el teléfono en el cine, en la conferencia … Hay que apagar el teléfono en algunas ocasiones, incluso en el caso en que se esté manteniendo una conversación privada especial … Es una muestra de respecto al interlocutor.

Si se recibe una llamada de esas que hay que atender, hay que excusarse ante el interlocutor … y dirigirse a un lugar en el que no se moleste.

Luego está el que se equivoca de número. Y se vuelve a equivocar. Cuesta pero hay que repetirle educadamente por tercera vez que está llamando al teléfono equivocado.

Luego están los horarios de llamadas. Los que llaman demasiado pronto o demasiado tarde. O los que llaman a las horas de las comidas. Y dicen que los hay que llaman a la hora de la siesta, pero esto es tan grave que no podemos ni imaginarlo.

Y ya no digamos el que coge el teléfono móvil en la cola del supermercado, haciendo esperar pacientemente a todos ante la caja registradora, porque le faltan manos para pagar la factura. Esto es grave, claro que no tan grave como lo de la siesta… ¿De verdad hay gente que llama a la hora de la siesta?