¿NO GRITAR A LOS NIÑOS? Un debate entre padres desesperados. Los psicólogos coinciden en que siempre que se grita se pierde la autoridad. Si el niño no obedece cuando se le manda, el padre grita, al gritar pierde autoridad, pero aunque la ha perdido el niño obedece. Así que algunos padres preguntan al psicólogo si la solución va a ser gritar desde el principio al hijo. Así que un psicólogo, padre de cuatro criaturitas, llegó a casa y empezó a dar gritos. Sus hijos le preguntaron ¿por qué gritas? y el psicólogo de este caso real les contestó: porque sólo cuando grito obedeces. Muchos padres sostienen que sólo cuando les gritas, por fin te toman en serio. Esto no quiere decir que sea bueno, pero hay que intentar comprender a un padre que vuelve agotado de su trabajo y se encuentra con una conducta … Este padre no tiene que ser psicólogo, seguramente es la primera vez que es padre, no sabe nada de niños. Para conducir su coche le han hecho pasar un examen, pero para ser padre nada, se presupone que sabe. Y volvemos con la mayoría de los psicólogos que enumeran las múltiples consecuencias de los gritos y concluyen que el grito se vuelve en contra de los padres: cuanto más griten, mayores serán los problemas de conducta, desobediencia y desafío en casa o el colegio. La ventaja del grito es que es sencillo, rápido y a veces efectivo. La desventaja es que el niño se puede acostumbrar y pierde su eficacia y otro efecto es que el niño percibe que el padre ha perdido el control. Si no grita, el niño no obedece al padre, si grita se trauma … ¿Y los padres?. ¿Hasta qué límite puede aguantar un padre en una sociedad que se desentiende de los niños?. Por ejemplo, la televisión incentiva la agresividad infantil, los padres se quejan y no les escuchan. No queremos decir que se deba gritar, pero tampoco que se deban exagerar las pocas herramientas que quedan a los padres para mantener la autoridad. La sociedad, la familia cercana, los problemas de pareja, etc., están en contra de los padres y educar a un niño se está convirtiendo en una tarea heroica que debería empezar a preocupar a los psicólogos. La conclusión fácil
es desaconsejar el grito, por supuesto, pero el
debate que nos gustaría mantener con todos nuestros lectores a través
de facebook gira en torno a la situación
en que se debe encontrar un padre para llegar a perder el control para
llegar a hacer lo que más odia hacer: gritar. Nada es mejor que
ser padre, pero los padres están solos. Los padres están
educando a los niños con una sociedad sobreprotectora y que desconoce
la realidad: la dificultad de educar a un hijo y proporcionarle herramientas
educativas para su vida futura.
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