¿TOMARSE DEMASIADO EN SERIO LA SEXUALIDAD O BANALIZARLA? La objetividad depende de los conceptos y los conceptos van cambiando. En algunas épocas se dio una importancia excesiva a la sexualidad por motivaciones religiosas, por riesgo de embarazos no deseados, para proteger la familia, a la que se reconoce más importancia que al individuo, etc. Luego hubo otras épocas, como los años setenta del siglo XX en los que se dio un giro por diferentes causas, como el descubrimiento de medicamentos anticonceptivos, la liberalización de la mujer, etc. Como todo lo relativo a la humanidad, todo es pendular, las normas sociales oscilan de un extremo al otro y rara vez encuentran su punto medio. Pero hablando de sexualidad, ¿puede haber un punto medio en un tema variable en función de la edad, de la sociedad en la que vivimos, de la religión?. Al hablar de la sexualidad es frecuente escuchar opiniones muy dogmáticas en uno y otro signo, sin dudas, como si todo fuese de una forma o de la otra, de modo que los que no aceptan una forma de pensar quedan excluidos. Este es un tema muy variable en el tiempo y en la sociedad y para muchas personas puede convertirse en una obsesión y generar sentimiento de culpa grave o descalificatorios hacia otras personas de diferente criterio. La sexualidad es un buen ejemplo de que la objetividad depende de los conceptos y los conceptos van cambiando. Seguramente existe el riesgo de obsesionarse con el tema (algo muy frecuente en hombres que han recibido una fuerte educación religiosas, así como en hombres temerosos de ser comparados con otros más poderosos sexualmente y perder a su pareja) frente al riesgo de banalizar el acto sexual (algo más frecuente entre personas en proceso de maduración personal o que desconocen la sexualidad vinculada al amor de pareja). En ambos casos, la pareja debe comprenderse
recíprocamente, aceptar las diferencias, confiar en el otro y dar
motivos para merecer esa confianza, y acomodarse a algo tan vinculado a
las costumbres sociales, el lugar y el tiempo que nos ha tocado vivir.
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