EL DESVÁN. Psicología masculina.

¿QUÉ QUIERE UNA MUJER?

La teoría del espejo de Jacques Lacan  

Jacques Lacan  (París, 13 de abril de 1901, 9 de septiembre de 1981) fue un médico psiquiatra y psicoanalista francés conocido por los aportes teóricos que hiciera al psicoanálisis basándose en la experiencia analítica y en la lectura de Freud, incorporando a su vez elementos del estructuralismo, de la lingüística estructural, de las matemáticas, y de la filosofía.

Lacan se especializó en psiquiatría desde 1926. En esta época inició su propio análisis con Rudolph Loewenstein, que continuó hasta 1938. Lacan era muy activo en el mundo de los escritores, artistas e intelectuales parisinos de la época: fue amigo de André Breton, Luis Buñuel, Salvador Dalí y Picasso. Contribuyó en numerosas publicaciones surrealistas y estuvo presente en la primera lectura pública del Ulises de James Joyce. En sus estudios mostró particular interés en el trabajo filosófico de Martin Heidegger, y participó en los seminarios sobre Hegel de Alexandre Kojève junto a muchos otros intelectuales de la época.

En 1936 presentó su primer ensayo analítico sobre 'el estadio del espejo' en el Congreso de la International Psychoanalitical Asociation en Marienbad. 

El estadio del espejo es la percepción que cada ser humano tiene de sí mismo, la imagen de sí, mediante la cual se registra como Uno, es congruente con la noción de su ego. Esta noción de su apariencia corporal completa y de su personalidad... sólo se logra a temprana edad viéndose reflejado en un semejante, a este momento se le llama estadio del espejo. El yo es (inicialmente) un otro. Así dice Lacan “el sujeto se constituye en y por un otro semejante”. 

Para algunos autores es el momento en el que el niño se reconoce a sí mismo en la imagen del espejo, pero esto no se apega a la idea de Lacan y hace confusa la terminología.  

Lacan parece sostener que no se puede dar una respuesta a la carencia del Otro, la aceptación de este hecho constituiría la madurez del individuo. 

Pero lo curioso es cuando llega al “yo” de la mujer y  como buen seguidor de Freud se cuestiona ¿qué quiere una mujer?, y se responde asegurando que algo que los hombres somos incapaces de comprender: “Hay un goce de ella, de este ‘ella’ que no existe y no significa nada. Hay un goce de ella del que tal vez no sabe nada, sino que ella lo experimenta, y esto, ella lo sabe. Lo sabe, claro está, cuando esto sucede”.     
 
 
 
 
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