VIAJE A LA CONFIANZA La confianza hay que ganarla. Sólo hubo una mujer, siempre es así, lo demás son proyecciones para intentar regresar. Al menos eso es lo que decía el viajero, quién sabe, pero el viajero era lo único que no dudaba, bueno de ella es de lo único que nunca dudó. Empieza el viaje. Ella, la verdadera ella, estaba reluciente, muy joven, muy al principio de todo, antes de todo. Estaban en un cóctel al estilo norte europeo. El viajero no dejaba de mirarla, pero tenía que conversar con todos los invitados. Otro hombre se acercó a ella … Era un hombre muy alto, muy inteligente, un hombre que reunía todas las cualidades. Ella estaba reluciente, muy joven. Era un hombre en su mejor edad… Ella no dudó, con elegancia, con claridad, no dudó en rechazar su propuesta para cenar al día siguiente. El viajero, que deambulaba entre invitados, miraba, escuchaba, presentía … Desde ese día, el viajero supo que siempre confiaría. Ella, la verdadera ella, estaba
reluciente, muy joven, muy al principio de todo, antes de todo. Sobraban
razones para dudar, para temer, pero el viajero sabía a quien unía
su destino y nunca dudó. La confianza hay que ganarla.
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