VIAJE A UNA TRENZA Dos vidas trenzadas. La primera impresión es lo que queda. Ella, sólo ella, lucía su melena negra recogida en una larga trenza que casi llegaba a su cintura. Un jersey blanco de cuello vuelto. Empieza el viaje a la primera vez que se vieron. El viajero no pudo hablar. Se quedó petrificado, presintiendo lo que estaba sucediendo. Luego dos palabras y ella desapareció. Pasaron tres meses y no dejó de soñar ni un solo día con aquella trenza. Cuando se volvieron a ver sacó valor. ¿Un café?. Sí, pero tendrás que esperar, no sé cuanto … Tres horas pasó el viajero esperando. Un viajero joven sin nada pero con tiempo. Por fin tomaron el café en un bar frente a una preciosa iglesia. El nombre del bar ya era una premonición. En una esquina se deshicieron de la eterna amiga de la edad. Al torcer la esquina el viajero volvió a sentir el mismo presentimiento. Es ella, es ella, no hay duda. ¿Comemos?. Bueno algo rápido. Comieron, ¿otro café?. ¿Una película?. Una película de la historia china. ¿Un helado?. Un helado en la edad en la que los helados van acompañados de fruta, caramelo, chocolate… ¿Mañana te llamo?. Vale. ¿Por qué te cortaste la trenza?. ¿No te gusta?. Claro, no es eso, es … Era el primer día en que hablaban y no dejaron de hacerlo durante horas. El viajero siempre dijo que desde el primer momento presintió que era ella. ¿Por qué te cortaste la trenza?. Luego hubo otra trenza, pero ya
no colgó por la espalda, se recogió en la cabeza adornando
un día, una espalda y un vestido, pero el viajero siempre nos dijo
que al cerrar los ojos ella llevaba un jersey blanco y una larga trenza
por la espalda. El viajero cerraba demasiado los ojos … Dos vidas trenzadas.
|
|
|