VIAJE A MARTE Una constitución para Marte. Cuando se conocieron ya se conocían, nunca se habían visto, no tenían amigos en común, sus vidas eran completamente opuestas, pero eran marcianos y los marcianos, como los tímidos, se reconocen entre ellos. Era el lugar más raro …, bueno no raro porque ella prefería la palabra “diferente”, pero la verdad es que era raro. Los dos estaban allí sin importarles el sitio, estaban buscando un ritmo que les hiciese bailar sin parar y olvidarse de ellos mismos durante unas horas. Era un teatro, era una sala de baile, era una sala de conferencias, era todos los sitios en uno. Borges hubiese dicho que era el Aleph!, “sí, el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos.” Empieza el viaje a Marte. En aquel lugar tan raro, entre baile y baile hablaron del respeto. El tema más raro en el lugar más raro. Esta palabra viene del latín “specere”, así que con la “re” delante: volver a mirar. No querer quedarse con la primera mirada, volver a mirar. También se relaciona con “respicere”, pero ya sería mirar hacia atrás, pero vuelve a lo mismo: volver a mirar. Así que sin darse cuenta empezaron el viaje a Marte. Dijeron que cuando dos personas se encuentran es como si se apropiasen de un planeta para ellos dos, sólo para ellos, un planeta para dos en medio de un universo. Lo primero fue poner himno al planeta y redactar una constitución. El himno fue “Fly me to the moon. Let me play among the stars”. Let me see what life is like On Jupiter and Mar”. Esto fue lo más fácil, tratándose de planetas no podía ser otro. Ya en el planeta empezaron a redactar la constitución y el artículo primero fue el respeto. Esto también fue fácil porque durante la conversación del primer día, de todas las palabras que ella dijo, sólo subrayó una. Lo hizo con los dedos dibujando una línea imaginaria en el aire mientras la decía. La palabra fue respeto. El segundo artículo fue la sinceridad, la obsesión de la verdad como religión. Y llegó la verdad, la verdad que duele cuando se cuenta y cuando se escucha. La verdad que produce pesadillas la noche que se cuenta. La verdad que no se cuenta a nadie salvo a un extraño que se conoce en un sitio raro. La verdad sencilla, porque todo es sencillo entre un hombre y una mujer, una necesidad recíproca y el imposible encaje de los sentimientos con la mente. El tercer artículo fue que en caso de duda a bailar. Ella nunca respetó este artículo. Realmente quería decirle que “o aprendía a bailar o no había futuro”. Con duda o sin duda ella prefería bailar, como si siempre fuese la última canción, como las hojas que caen de los árboles, como los que sobreviven a la tormenta bailando bajo la lluvia, como los que buscan la verdad, y es que los cuerpos nunca mienten. El artículo cuarto fue que todo es posible. Era mentira, los dos sabían que era imposible, pero quisieron ser racionales y pensar que siempre puede pasar algo que no quieres que pase. El artículo quinto fue la
exclusividad. El sexto, la excelencia. No hubo tiempo para el séptimo
porque empezó una bachata y ella le dijo que menos teoría
y a bailar. Ella prefería bailar, como si siempre fuese la
última canción, como las hojas que caen de los árboles,
como los que sobreviven a la tormenta bailando bajo la lluvia, como los
que buscan la verdad, y es que los cuerpos nunca mienten. Nosotros sí
mentimos, pero sólo a nosotros mismos.
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