JACQUELINE KENNEDY . MARILYN MONROE

Cruces de caminos entre dos mujeres.

Jacqueline Bouvier Kennedy, era una chica de una familia bien, aunque en su momento se criticó que sus padres estuviesen divorciados.

Con una formación adecuada, licenciada en arte y literatura, empieza a trabajar en un periódico de fama (The Washington Herald Post).

Se compromete con un corredor bursátil pero, unos meses más tarde, encuentra a un joven mandatario con el que se casa pocos meses después. Una chica típica de los años cincuenta. Jackie tenía veinticuatro años. Kennedy, treinta y seis. Forma con su marido la pareja perfecta. Admirada por todas partes, Jackie Kennedy es lo que se espera en los años cincuenta de una mujer, madre y esposa, culta, aplicada, con un aura de reina.

En el mismo decenio, una huérfana que va de familia a familia, se casa a los dieciséis años. Se divorcia, trabaja en fábricas y de modelo. Cambia su nombre por el de Marilyn Monroe, pasa por varias operaciones de belleza, se casa otra vez, va de matrimonio en matrimonio, hasta que por fin tiene éxito como actriz. A partir de la película “los caballeros las prefieren a rubias” es el prototipo de rubia que les gusta a los hombres de esta época con un toque de tonta, del que nunca más se podrá liberar. Empieza con drogas y alcohol.

Un hombre se cruza en el camino, Frank Sinatra. Sinatra sentía un cariño especial por la actriz, dicen que la propuso varias veces el matrimonio, pero ella nunca aceptó, le tenía por un amigo y su enlace entre ella y los hermanos Kennedy.

Marilyn se dejaba llevar por la sonrisa del hombre de los ojos azules y su maravillosa voz, de hecho cuando murió la actriz en su tocadiscos estaba sonando un tema de Sinatra. Era su cantante preferido.

El 29 de mayo de 1962, la primera dama de los Estados Unidos, una mujer respetuosa, tiene que presenciar en la televisión como la actriz más sexy de la época, Marilyn, canta, o más bien gime, al micrófono del congreso el famoso “Happy Birthday, Mister President”.

Ese mismo año un hombre de dudosa reputación, Giancana, había terminado su relación sentimental con Marilyn Monroe, pero seguían siendo amigos, y ella le había confesado que había estado relacionada con ambos, John y Robert Kennedy de quien le dijo, estaba enamorada. Giancana vio en esto una oportunidad de humillar a los políticos.

Según la mitomanía, cuando Sinatra regentaba Cal-Neva, casino de su propiedad, llevó a Marilyn y consintió drogarla hasta la saciedad para servírsela en bandeja de plata al capo de la mafia Sam Giancana, y a otros jefes importantes. Uno tras otro abusaron sexualmente de Marilyn, mientras que el fotógrafo Billy Woodfield, (según su propio testimonio) la hacia innumerables instantáneas. Seguidamente fueron entregadas a Sinatra para que el FBI cediera al chantaje político de Giancana a los Kennedy. Billy Woodfield confesó a un periodista que Frank Sinatra, después de verlas, destruyó violentamente el carrete en su presencia.

Y aquí surge lo que algunos llamaron la venganza tardía. Aunque los mentideros la dan por cierta, seguramente es un infundio. Cuentan que años después, Sinatra pudo haber cumplido parte de su objetivo pasando toda una noche en un hotel propiedad de la Mafia en Las Vegas con Jacqueline Bouvier Kennedy Onassis, entonces esposa del armador griego. Los mitómanos que cuentan estas historias quieren ver una forma de vengar a Marilyn por lo que la hicieron los Kennedy.

En 1975, al borde de la cincuentena, Sinatra se había interesado por Jacqueline Kennedy Onassis, por segunda vez viuda. Se habían conocido en la época dorada de Camelot, cuando Kennedy le abrió al cantante las puertas de la Casa Blanca para la gala presidencial.

En 1972 volvió a verla, fugazmente, en una cena exclusivísima de Aristóteles Onassis en Nueva York. A Sinatra le escandalizó el desprecio con que el millonario trataba a su entonces esposa: "Es indignante. Ese tipo es un idiota. ¿Cómo se puede humillar a una dama como ella?".

Tres años después, el definitivo encuentro. Jim Whiting, íntimo de Sinatra, relata en “Detrás de la leyenda” que "cuanto más pensaba en ella, más se obsesionaba. ¿Qué es lo que nos ha mantenido separados tanto tiempo?', se preguntaba Frank. Ella es una mujer única, fuerte, independiente. Es mi tipo. Siempre sentí cierta atracción".

La excusa: un concierto a dúo con Ella Fitzgerald en el Uris Theatre. El cantante llama personalmente a la ex primera dama. "¿Vienes?". Jackie acepta.

Bill Stapely, chófer de Sinatra durante 18 años, recuerda el momento en que Jackie entró en la limusina, tras el concierto: "Era una viuda hermosa, tal vez la mujer más deseada del planeta, y Frank era el primero en la lista de admiradores. En ella veía algo intrigante y prohibido, como si perteneciera a una clase superior".

Del teatro se fueron al Club 21... "Cuando Frank entró allí con Jackie agarrada a su brazo, se sintió en el séptimo cielo. Estaba un poco bebido, y en un aparte me dijo: `Mírala bien, hace 12 años era la Primera Dama y ahora la tengo aquí, cogida de mi brazo ¿No es demasiado?'".

Stapley les condujo después al Waldorf Towers. Sinatra la invitó a su suite. No salieron hasta la mañana siguiente, cada cual por su lado. El día después, de nuevo bajo los efectos etílicos, Sinatra se confesó a su chófer: "Me ama y yo la amo. ¿Sabes qué? ¡Al diablo con Barbara! Creo que voy a casarme con Jacqueline Kennedy Onassis. ¿No sería un bombazo?". La llamó a su oficina, a su casa, le envió flores. Pero Jackie no volvió.

Sinatra no se lo explicó nunca. Su biógrafo, Randy Taraborrelli, escribe "Ethel Kennedy leyó la noticia de que habían salido juntos y al día siguiente cogió el teléfono para prevenir a su cuñada: `¿Cómo se te ocurre salir con él?', le dijo. Ese es el hombre que le procuraba las mujeres a Jack cuando estabais en la Casa Blanca. ¿Cómo has podido caer tan bajo?'".