EL REY SOL, GENIO Y FIGURA.

Un hombre que podía decir lo que pensaba cuando lo pensaba.

LA HORA DE LA COMIDA.

En una ocasión en que Luis XIV, el Rey Sol, llegó a un pueblo de la Provenza al mediodía y el rey tenía hambre, el alcalde inició su discurso diciendo: - En la más remota antigüedad, Alejandro Magno... El rey le interrumpió: - Alcalde, Alejandro Magno había comido y yo no. Y, dando media vuelta, le dejó con la palabra en la boca.

DIOS

Según Voltaire cuando en 1706, Luis XIV conoció la derrota en Ramillies frente a las tropas del duque de Malborough, comentó: - Parece ser que Dios no recuerda lo mucho que yo he hecho por Él.

Cuando notificaron a Luis XIV la muerte del cardenal Mazarino, sucesor de Richelieu en el gobierno de Francia, le dijeron: - Majestad, el cardenal ha entregado su alma a Dios. Respondió: - ¿Estáis seguro de que Dios la ha aceptado?

Cuando su padre Luis XIII estaba agonizando, llamó a su heredero, el futuro Rey Sol. El niño sólo tenía tres años y el padre le preguntó: - Vamos a ver si sabes cómo te llamas. Y el niño respondió: - Luis XIV, señor.

LA HORMA DE SU ZAPATO.

Luis XIV mostró a  Nicolás Boileau unos versos espantosos que acababa de escribir. El ensayista se vio incapaz de mentir, pero buscó la manera de dar una opinión sincera al rey, sin ofenderle, “Nada hay imposible para vuestra majestad. Habéis querido hacer unos malos versos y ¡qué fácilmente lo habéis conseguido!”