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¿EL AMOR CONTRA LA MORAL?
Por qué nos relacionamos
con unas personas y con otras no. Aunque amemos, ¿somos esclavos
de nuestra moral?.
Hoy en día, gracias a la
globalización y al acceso a la información, la moral la forman
valores voluntariamente elegidos. Ya no somos esclavos de unos dogmas condicionados
por el lugar de nacimiento, sino que elegimos nuestra moral y nuestra forma
de vivir libremente.
En función de estos valores
también elegimos nuestras relaciones humanas. Lo que cada uno tiene
que saber es qué es lo más importante en su vida.
El hombre que no quiere comprometerse
por su moral, va a encontrar su felicidad en otra parte. El amor para él
no es el valor dominante. Pero no porque sea el esclavo, sino porque lo
ha elegido libremente.
El problema es cuando se renuncia
a la felicidad por imposición de una moral que se acepta, se obedece,
aunque no se comprenda ni se justifique.
Es la moral del que exige a los
demás pero no sabe dar. La moral entendida como imposición
a los demás pero no a nosotros mismos.
Alfonsina Storni (22 de Mayo de
1880 - 25 de Octubre de 1938) escribió esta maravilla.
TU ME QUIERES BLANCA
Tu me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada.
Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tu me quieres nivea,
tu me quieres blanca,
tu me quieres alba.
Tu que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tu que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tu que en los jardines
Negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.
Tu que el esqueleto
conservas intacto
no se todavía
por cuales milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
Me pretendes alba!
Huye hacia los bosques;
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua;
habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedo enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.
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