ARTURITO POMAR, UN MOZART DEL AJEDREZ.

"Pobre cartero español. Con lo bien que juegas, tendrás que volver a poner sellos cuando termine el torneo". 

Arturito Pomar, el niño prodigio español de la postguerra, nació en Palma de Mallorca el 1 de septiembre de 1931. Un genio que sólo cometió un error: nacer en la postguerra española.

La prensa de la época hablaba de él como "El Mozart del ajedrez" y "el mejor embajador de España". No había NODO ni periódico de la postguerra en el que no apareciese, pero de ayudas, nada, porque no había nada más que hambre en España y el ajedrez era algo estrafalario.

El gran maestro soviético Alexander Kotov, comentó de él en una ocasión que si hubiera nacido en la Unión Soviética hubiera sido un serio aspirante al título mundial. Pero como nació en la España de postguerra acabó siendo un cartero que tenía que pedir un mes sin sueldo para viajar al campeonato del mundo. Sin ayudantes que estudiasen las jugadas durante las horas que tenía que descansar, sin más ayuda que los ahorros de la familia de su mujer, que sólo le recordaba que tenía que traer un regalito al funcionario de correos que le había gestionado el permiso.

Cuando Pomar tenía once años, coincidió que el campeón de Baleares, Ticoulat, se negó a viajar a Madrid porque había sufrido represalias políticas y recomendó que se invitase a Pomar. Aceptaron a regañadientes porque era un crio. Así que le acompañó la madre que le preparaba chocolate con bizcochos durante las partidas

A los 12 años hizo tablas tras ocho horas en Gijón con el campeón del mundo, Alexánder Alekhine, quien dijo de él "Pomar tiene unas dotes excepcionales de intuición para llegar a ser un gran jugador de ajedrez". Sobre ese enfrentamiento, el gran maestro y psiquiatra estadounidense, Reuben Fine, comentó: “La manera en que un chaval de esa edad ha adquirido tal conocimiento de aperturas, tal profundidad de análisis posicional y de rapidez de cálculo táctico, sobrepasa el entendimiento humano”.

A los 14 se proclamó campeón de España y dejó atónitos a los participantes del Torneo de la Victoria en Londres, donde quedó quinto. Los espectadores abarrotaban las salas donde actuaba y le aclamaban como a un torero desde los primeros lances.

Fue Maestro internacional a los 22 años y gran maestro a los 30. Participó brillantemente en Europa y América. Campeón de España en 1946, 50, 57, 58, 59, 62 y 66.

Además, tenía tranquilidad para soportar la tensión de los torneos. Contaba su amigo
Román Torán que compartían un apartamento durante el torneo de La Habana de 1952 cuando se produjo el golpe de estado de Batista. Torán, muy asustado, encontró a Pomar en el cuarto de baño: "¡Arturo, hay una revolución, tenemos que hacer algo!". Pero su colega no se inmutó: "Sí, lo he oído en la radio", y continuó afeitándose.

Los padres de Pomar, con problemas económicos, poco pudieron ayudarle, así que aceptó un puesto de funcionario de Correos en la oficina de Ciempozuelos en 1959. Hasta entonces sobreviviría gracias a sus giras por América. La decisión de aceptar el puesto en Correos se debió a que un año antes se había casado. 

Después de ganarlo todo, quedó clasificado para el Interzonal (fase previa del Mundial) de Estocolmo de 1962, Pomar se encontró en la frontera de Irún con su amigo Luis Eceizabarrena, que dijo: "Arturo era el único de los participantes que viajaba sólo, sin entrenador, para enfrentarse a 22 rivales durísimos sin apenas descanso. Me enseñó el único apoyo técnico que llevaba, un pequeño libro que valía 15 pesetas". 

Para poder ir, en Correos le concedieron un mes de licencia sin sueldo y su esposa, Carmen, le dio los ahorros de la familia para que pudiera comer y comprar un regalo al funcionario que tuvo que ocuparse del trabajo de ambos durante el torneo. 

En Suecia, Pomar consiguió que los soviéticos tuviesen que llamar a Moscú para pedir consejos sobre cómo derrotarle. Ganó a varios maestros e hizo tablas con el legendario Bobby Fischer, que se compadecía de él: "Pobre cartero español. Con lo bien que juegas, tendrás que volver a poner sellos cuando termine el torneo". 

A falta de cuatro rondas estaba en el grupo de cabeza, pero se agotó.  Cada vez que se aplazaba una partida, tras cinco horas de juego, su adversario podía dormir porque los analistas estudiaban las continuaciones, pero Pomar estaba solo.

Pero lo peor de su soledad vino cuando cayó enfermo y se le detectó vejez prematura. Su esposa Carmen recuerda que todo el mundo se olvidó de él y se quedaron solos. Luego vino una ayuda de la Federación Internacional de Ajedrez y otra menor de la española.

Años después, cada vez que le querían sacar de sus casillas al genio del ajedrez Bobby Fischer, le recordaban que en el Interzonal de Estocolmo de 1962, un cartero, sin ayuda de nadie,  le hizo tablas. 

A nosotros no nos ha hecho tablas, a nosotros nos ha vencido, como nos vencen todos los que luchan sin quejarse, todos los que saben que la ilusión y las ganas valen más que toda la ayuda. No necesitan ganar, saben que lo han intentado.