LÁGRIMAS POR ASPASIA

Pericles y Aspasia. 

Aspasia de Mileto (470 a. C.– 400 a. C.), conoció a Pericles en el 445 a. C., antes de ser líder de Atenas. 

Pericles era entonces un hombre casado con dos hijos pero se divorció por Aspasia, que además era extranjera, y se casó con ella, algo insólito en la época. Tuvieron un hijo.

Como Aspasia era tan lista e influía tanto en Pericles, hasta llegar a escribirle sus discursos, pronto llegaron los enemigos, pero Pericles siempre defendió a Aspasia, por ser, en opinión de Plutarco, una “mujer sabia y astuta”. Aspasia organizaba lo que ahora conocemos como tertulias con sabios como Anaxágoras o Sócrates y consiguió que sus invitados llevasen a sus mujeres a las reuniones sociales para que ellas también diesen su opinión.

Luego denunciaron a Aspasia ante el Aerópago por el delito de haber ofendido a los dioses. Este era un delito muy grave en la Grecia antigua, que podía ser castigado incluso con la muerte, como le ocurrió a Sócrates tiempo después. 

Aspasia tuvo que comparecer ante un tribunal formado por mil quinientos ciudadanos para responder de estas acusaciones. Pericles intervino en su defensa y habló durante tres horas ante el tribunal. Tuvo que dar muchas razones y llorar mucho para lograr la absolución de su esposa. Según Plutarco, citando a Esquines, “vertió por ella muchas lágrimas, haciendo súplicas a los jueces”.

Pericles falleció durante una epidemia de peste en el año 429 a. C., y ella escribió la famosa oración fúnebre de Pericles del año 430 a. C.

Tras la muerte de Pericles, Aspasia se casó con otro ateniense, un comerciante llamado Lisicles, con el que tuvo un hijo llamado Poristes. Lisicles era un hombre menos instruido que Pericles, aunque llegó a ser arconte durante su matrimonio con Aspasia. Lisicles murió poco después durante la Guerra de Caria, en el año 427 a. C. 

Entonces Aspasia se retiró de la vida pública y vivió en una casa de campo donde daba lecciones a jóvenes alumnas.  

¿Cómo no llorar para salvar a una mujer así?.