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CARICIAS EN LA PIEL.
Miles de terminales nerviosas a
la espera de una caricia.
Científicos de la empresa
Unilever y de la Universidad de Carolina del Norte (EE UU) han demostrado
cómo se codifican las sensaciones táctiles agradables, o
sea, las caricias.
Con un estimulador táctil
robótico, que desplaza un pincel sobre el antebrazo del sujeto con
una velocidad y una fuerza que se pueden variar, los investigadores han
comprobado que son los mecanorreceptores del tipo táctil-C, entre
todos los presentes en la piel, los encargados de responder a los estímulos
lentos y ligeros. Se han medido directamente las veces que se disparaban
estas terminaciones nerviosas libres y la intensidad de las señales
mandadas al cerebro.
La velocidad a que se realizan las
caricias ha resultado ser crucial para que se puedan considerar como tales.
Según los voluntarios participantes en el experimento, los receptores
mandan señales de placer al cerebro cuando la velocidad de la caricia
oscila entre 1 y 10 centímetros por segundo. Si la velocidad es
menor o mayor o no se produce esta sensación placentera o no se
activan estas fibras nerviosas. La mayor activación del receptor,
que se corresponde con la mayor sensación de placer, se produce
a la velocidad de 1, 3 y 10 centímetros por segundo.
Los receptores táctil-C se
encuentran únicamente en la piel con vello y están ausentes
de la palma de la mano, las mucosas y en los genitales. Su estimulación
activa un área del cerebro que se ha relacionando en experimentos
anteriores con el proceso de emociones positivas. Por ello, los autores
del experimento creen que esta ruta nerviosa está adaptada a la
estimulación entre madre e hijo, o a la de naturaleza social, probablemente
distinta de la estimulación puramente sexual. También creen
que la sensación de placer no depende únicamente de la señal
enviada al cerebro, sino que está matizada por experiencias previas
y otros factores como la cultura en que vive el individuo.
"Estos resultados son la primera
demostración de la relación entre una sensación hedonista
positiva y la codificación en el sistema nervioso periférico",
señalan los científicos, dirigidos por Hakan Olausson en
la revista Nature Neuroscience, en la que se ha publicado el estudio.

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