HISTORIA - ARTE / Curiosidades
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¿POR QUÉ EL DESTINO
QUISO QUE TE CRUZARAS EN MI CAMINO, CARMEN?.
Desde Sevilla, "o souvenirs d'autrefoi",
Carmen.
Mérimée (París,
1803- Cannes, 1870) se conocía las obras del Prado de memoria y
no ocultaba sus preferencias: Velázquez, después Murillo
y luego el resto. En 1830 se pasó una buena temporada en el Prado
haciendo copias de sus obras favoritas.
Mérimée sabía
de arte porque era hijo del secretario perpetuo de la Academia de Bellas
Artes de París, que le hizo estudiar derecho para defenderse y lenguas
para viajar (inglés, ruso, griego y árabe …). Llegó
a ser inspector general de monumentos, lo que le permitió visitar
toda Francia. Pero su mayor virtud es que sabía mirar y sobre todo
escuchar.
Mérimée viajó
por España, donde conoció al Conde de Teba (a partir de 1839,
conde de Montijo), a su mujer, Enriqueta María Manuela Kirkpatrick,
y sus dos hijas, María Francisca de Sales, futura duquesa de Alba,
y Eugenia, futura emperatriz de los franceses. Cuando Eugenia se convirtió
en 1853 en la emperatriz Eugenia de Francia al casarse con Napoleón
III, Mérimée fue nombrado senador.
La condesa le contó dos historias,
una el escándalo de un hombre locamente enamorado de una cigarrera
y la historia de otro hombre encelado tanto a su amante que acabó
por darla muerte. Había nacido Carmen, de la que saldría
la conocida ópera homónima de Georges Bizet.
Según una carta de Mérimée
a María Manuela Kirkpatrick, condesa de Montijo, para escribirlo
se inspiró en una historia que le relató la propia condesa
durante una visita del escritor a España en 1830. En esta
carta, narra Mérimée: “Trata sobre aquel valentón
de Málaga que había matado a su querida, la cual se había
consagrado por exclusiva al «público». Como yo había
estudiado a los gitanos durante un tiempo, he convertido a mi heroína
en gitana”.
Así empieza Carmen, recordando
lo visto en el Guadalquivir desde Triana y lo escuchado a una condesa,
madre de emperatriz, a la que dedicó una obra titulada “Pedro el
Cruel” a cambio de la idea de Carmen. No parece muy equitativo el cambio,
la verdad.
Carmen merece una lectura reposada.
Durante un viaje por el sur de España, el narrador (un arqueólogo
francés) conoce a José Lizarrabengoa, un ex militar de origen
navarro. Don José le cuenta una historia terrible: sus amores con
Carmen, una gitana sensual que se cruzó por su camino, le apartó
del Ejército, al matar al oficial que compraba los favores de Carmen
y le convirtió en bandolero.
José, ciego de amor por Carmen,
toleró que estuviera casada con un bandolero llamado «El Tuerto»,
a cuya banda Don José se unió y con el que colaboró
en emboscadas y crímenes hasta que por celos lo desafió y
mató en una pelea de cuchillos.
Posteriormente Carmen se unió
a un torero llamado Lucas. Don José no pudo soportar el desdén
de Carmen y la acuchilló y sepultó. Tiempo después,
presa del remordimiento, Don José se entrega y es condenado a muerte.
Luego Bizet (París, 25 de
octubre de 1838 - Bougival, 3 de junio de 1875) se inspiró en la
historia para su Carmen, que empezó con poco éxito en Paris.
Las caracterizaciones y vestuario
de los toreros (las coplas del toreador "Toréador, en garde") más
allá de los Pirineos siguen siendo a día de hoy dignas de
ver y muy curiosas para un español. A veces cuesta contener la risa.
Ya en la ópera Carmen, hay
un momento a la salida de la fábrica de tabacos en la que se dicen
los dos amantes "o souvenirs d'autrefoi" ("o recuerdos de otros tiempos").
Pero los recuerdos duran lo que
duran y en la plaza de toros ocurre la tragedia. Aclamado por la muchedumbre
aparece el torero y amante de Carmen, Escamillo. Empieza la corrida. Don
José busca a Carmen y le pide que se vaya con él y que olvide
a su nuevo amante. Carmen se ríe de él y cegado por la ira
la apuñala.
“¡Y en la oscuridad
tu rostro veía!. Y me encontré maldiciéndote, odiándote,
y diciendo para mí: ¿Por qué el destino quiso que
te cruzaras en mi camino?”, se pregunta José en “La Fleur
Que Tu M'avais Jetee”.
Desde Sevilla, "o souvenirs d'autrefoi",
Carmen.
La Fleur Que Tu M'avais Jetee
Enrico Caruso con la orquesta sinfónica
de la Radio de Viena 1909
(Ver
video)
La fleur que tu m’avais jetée,
Dans ma prison m’était restée.
Flétrie et séche,
cette fleur
Gardait toujours sa douce odeur;
Et pendant des heures entiéres,
Sur mes yeux, fermant mes paupiéres,
De cette odeur je m’enivrais
Et dans la nuit je te voyais!
Je me prenais à te maudire,
À te détester, à
me dire :
Pourquoi faut-il que le destin
L’ait mise là sur mon chemin?
Puis je m’accusais de blasphème,
Et je ne sentais en moi-même,
Je ne sentais qu’un seul désir,
Un seul désir, un seul espoir:
Te revoir, ô Carmen, ou,
te revoir!
Car tu n’avais eu qu’à paraître,
Qu’a jeter un regard sur moin
Pour t’emperer de tout mon être,
Ô ma Carmen!
Et j’étais une chose à
toi
Carmen, je t’aime!
Traducción:
La flor que me tiraste
en la prisión, aún
marchita,
conmigo estuvo,
esta flor mantenía su dulce
perfume.
Y por muchas horas,
sobre mis ojos,
con los párpados cerrados,
de ese perfume me embriagué
¡y en la oscuridad
tu rostro veía!
Y me encontré maldiciéndote,
odiándote, y diciendo
para mí:
¿Por qué el
destino quiso
que te cruzaras en mi camino?
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