QUE TU CORAZÓN NO PESE.

El Juicio de Osiris a los que no damos nada. 

En el antiguo Egipto, el juicio de Osiris era el juicio a los difuntos antes de entrar al reino de ultratumba que gobierna Osiris. 

El dios Anubis (el señor del inframundo con cabeza de chacal) llevaba de la mano al difunto hacia la balanza que pesará su corazón. Por esta razón, junto a las momias egipcios siempre había una serie de vasijas que contenían los órganos esenciales para la otra vida, uno de ellos era el corazón.

El camino hasta llegar a la balanza no era sencillo y Anubis guiaba al fallecido por la Duat hacia la sala de juicio que presidía Osiris. La Duat era una especie de recorrido lleno de trampas, criaturas malignas y benignas por la que se tenía atravesar unas puertas hasta llegar hasta la mirada de Osiris. Entonces Anubis extraía el corazón del difunto, llamado Ib y que representaba la personalidad y la consciencia del muerto. 

Anubis colocaba este corazón en el extremo de una balanza y en la otra la pluma de Maat (diosa de la verdad y la justicia). El corazón nunca es tan virtuoso como parar poder pesar menos que la pluma, pero si pesaba más que la pluma, no había nueva vida.

A la derecha de la balanza se situaba el dios Thot (cabeza de Ibis, que es un ave parecida a la cigüeña) que comprobaba con sus instrumentos cualquiera que sea el resultado que arroje la balanza. Además, una vez en la balanza, Anubis vigilaba que el juicio sea justo, verificando que la balanza estuviese bien calibrada en todo momento. 

Mientras duraba el juicio, los jueces del Más Allá, que eran en total cuarenta y dos, preguntaban al difunto sobre su conducta en la vida terrenal. 

Si la balanza se inclinaba hacia el lado del corazón, significaba que el corazón del difunto era pesado y estaba lleno de malas acciones por lo que se arrojaba el corazón a los pies de Ammit (un monstruo en parte cocodrilo, parte león y parte hipopótamo) que lo devoraba. Esto suponía para la persona una segunda y definitiva muerte (algo fatal para los egipcios).

Si por el contrario, la balanza se inclinaba hacia el lado de la pluma, significaba que el corazón estaba libre de malas acciones, por lo que el difunto era conducido por el dios Horus (el de cabeza de halcón) hacia el reino de Osiris, donde éste se encontraba sentado con el cuerpo vendado y sosteniendo el flagelo y el cayado (símbolos del poder) y detrás de él las diosas Isis (vestida de blanco) y Neftis (vestida de rojo). 

Cuando el fallecido era digno, su Ka, su Aj y su Ba (que se podrían definir como varias piezas del espíritu o alma humana) se encontraban y se le otorgaba la vida eterna.

Todavía se utiliza la expresión “me pesa el corazón”. Y aunque en la religión egipcia el corazón nunca podía pesar menos que la pluma de Maat, seguramente se equivocaban porque hay por ahí gente que lo da todo, empezando por el corazón, así que no hay nada que pesarles.