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EL DESVÁN. 

CUANDO LOS GRITOS CALLAN LO QUE IMPORTA

Decía Gerfant que “cuando el orgullo grita, la razón calla” y Philippe Gerfaut que “cuando el orgullo grita, es el amor el que calla”.

A veces al amor le faltan razones y a la razón le sobra amor, pero el problema suele ser que no nos ponemos en el lugar del otro.  

Al final, la pareja es el gran enemigo de la individualidad, dicho en el mejor sentido. La relación de pareja exige dejar muchas cosas a cambio de mantener la estabilidad, hay muchas cesiones por el camino. Si intentásemos comprender la postura del otro veríamos que hay mucha cesión y cuando no la hay, simplemente se rompe la relación.

Es precisamente cuando se rompe cuando más se valoran las cesiones. Decir lo siento por el tiempo que uno robó al otro, decir lo siento por el egoísmo, decir lo siento por no haber sabido que ella lo esperaba todo. 

Según la película Love Story “amar significa no tener que decir nunca lo siento”, pero puede que se malinterprete. No es decir lo siento a cambio de otro “yo también lo siento”. Quizás amar no necesite nunca decir lo siento porque sólo cuando nos ponemos en el lugar del otro hay auténtico amor y al hacerlo ya hemos reconocido que lo sentimos. 

Cuando una persona enamorada sufre y la relación se reconduce, las heridas sanan por si solas y no se exige una disculpa. Se sobreentiende, pero no por ello no es necesario. Es preciso poner el amor a la altura de la humildad, que es su sitio, y reconocer que si uno hubiese estado en la situación del otro lo vería de otra forma.

Decir lo siento no es pedir perdón, que es demasiado fácil, decir lo siento es reconocer que no se ha estado a la altura del amor que se recibe, que sólo se quiso recibir y no dar. 

Decir lo siento no es reconducir una relación, es mucho más, es reconocer que uno se paró a pensar, se puso en el lugar de otro, se vio a si mismo, no se reconoció, y ahora comprende. 

Decir lo siento significa que se ha comprendido el daño que se ha hecho porque “sentir es pensar temblando”, como decía Bergamín. 

Y decir lo siento es volver a poner a la razón y al amor por encima de los gritos. Decía Gerfant que “cuando el orgullo grita, la razón calla” y Philippe Gerfaut que “cuando el orgullo grita, es el amor el que calla”.

Lo siento, cuanto lo siento. Y mientras se dice ahogamos el eco de los gritos, del egoísmo, de la ingratitud, y sobre el eco, el amor y la razón.

Siento no haberlo sentido antes.
 

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