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ENTRE HOMBRES

ABRIR LOS OJOS

Muchos divorcios se solucionarían con una visita al hospital. No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.


Le Malade
Valentine Godé-Darel 

No hay nada que más rabia me de que esa gente que dice “a mi me pasó esto…” y ya es dogma de fe para todo el mundo. Todo son verdades relativas y cada caso es un mundo. A partir de lo dicho, les cuento lo que me sucedió a mí porque a lo mejor puede ser útil para alguien.

Llevaba siete años de matrimonio y la relación hacía aguas por todas partes. La simple presencia ya creaba roces y hacíamos lo imposible por evitarnos. Algo fallaba, nada en especial, pero estábamos a la espera de que uno de los dos diese el paso del divorcio. Aquello no tenía solución. El mayor problema los niños, como siempre.

Un sábado me llamaron al móvil para anunciarme que habían atropellado a mi mujer. Me dirigí a toda velocidad al hospital. Cuando llegué no pude verla. Estaba en el servicio de urgencias con acceso restringido. Eran momentos muy difíciles.

De pronto comprendí que la perdía. Se me pasaron por la mente todos los buenos momentos que habíamos tenido juntos. Los nacimientos de nuestros hijos, nuestra boda, nuestro noviazgo. Sentí un vacío tan profundo que me arrancó hasta las ganas de seguir viviendo si a ella le sucedía algo.

No soy un hombre de creencias profundas pero recé y pedí como pude para que ella salvase la vida. De pronto, viendo lo que deseaba con todas mis fuerzas me pregunté la razón por la que estábamos a punto de divorciarnos. No pude encontrar una respuesta. Estas cosas empiezan con pequeñas discusiones y al final lo de menos es como empezaron.

De pronto salió un médico y me dijo que salvaba la vida pero que quedaría para siempre en una silla de ruedas. No sabía que hacer, como darle las gracias. Me temía lo peor pero ella seguía. Mis hijos tendrían a su madre, yo a mi mujer.

¿Puedo verla doctor? Si pase pero solo un momento. No le diga nada de la parálisis, todavía no lo sabe.

Entré le di el mejor beso de mi vida y le pedí perdón y que me dejase continuar a su lado. Me miró y me dijo “me ha atropellado una mujer celosa. ¿Y ahora?”. 

Le contesté “ahora empezamos porque hoy has nacido de nuevo y yo he abierto los ojos para poder comprender todo lo que significas para mi”.

Desde hace veinte años celebramos sus dos cumpleaños. A veces nacemos dos veces.
 
 

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