“HOY” ES LO ÚNICO QUE TENEMOS.

“No me permití pensar en el pasado ni en el futuro, sólo el presente”. Fergus Anckhorn

Fergus Anckhorn era un joven soldado británico enviado a Singapur en plena II Guerra Mundial. En una magnífica entrevista a la BBC contó todo lo que pasó, desde que fue capturado por los japoneses, cuando se libró de que le amputasen una mano porque casualmente el médico le reconoció y dijo “pero si es el marabarista”, y cuando fusilaron a los enfermos hospitalizados y se libró por la sangre que tenía sobre el pecho.

Una vez prisionero tuvo que trabajar en el famoso puente de ferrocarril sobre el río Kwai, en Tailandia. 

Cuando el entrevistador le pregunta cómo pudo superarlo contesta: “casi me comporté como un animal. Lo tome como vino y no tuve ninguna esperanza. La vida era demasiado complicada para preocuparse. Nadie se quejó a pesar de trabajar 18 horas a pleno sol y comiendo únicamente 3 tazas de arroz al día. Pero una vez que decían que ya habían tenido bastante, al poco morían”. Recuerda el caso de un amigo pianista que no podía vivir sin la música y al día siguiente de decirlo murió.

Lamentablemente la reproducción de la entrevista no recoge uno de los momentos en lo que dio la clave de su supervivencia: “había prometido que volvería. No me permití pensar en el pasado ni en el futuro, sólo el presente. No sabía si mañana estaría vivo, pero tenía que seguir intentándolo.”

Le salvaron las ganas de vivir, de luchar, de no rendirse. Una fuerza mental extraordinaria que es la esencia de la supervivencia del ser humano, la fijación en el momento presente como la única realidad. Mañana, quien sabe.

“Hoy” es lo único que tenemos.

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