EL VIAJERO. Geografía
íntima. |
LA FLOR AZUL
Un vermut y una flor azul en una
terraza florentina.
Roma siempre empezaba con un café
en Piazza di Sant Eustachio, muy de mañana, cuando tuestan los granos
con leña moliéndolos sobre una cafetera, de espaldas, para
guardar la fórmula. El viajero pensaba que hasta tomar un café
tiene un lado artístico.
Justo enfrente del café está
la iglesia de Sant Eustachio, el santo que vio una cruz luminosa entre
las astas de un ciervo. ¡Con razón nadie se casa aquí!,
decía un historiador italiano que se despedía para ir a la
Biblioteca Casanatense, esa maravilla, tanto por sus obras como por sus
estanterías, su suelo …
Paseando, paseando, llegaron hasta
la Piazza della Minerva, y bromearon sobre el elefante de Bernini, que
simbolizaba la castidad, por aquella creencia que se imputaba a este animal
de “una vez cada cinco años”. Lo mandaron hacer hombres viejos y
poderosos que vanaglorian la castidad, justo cuando se quiere ocultar la
envidia por haber perdido la juventud.
Sin darse cuenta cogieron el tren
para acercarse a Florencia.
Ya en Florencia se fueron a la Galería
Uffizi y directamente a ver la Venus de Botticelli “La Nascita di Venere”.
Un guía hacía ver
a los turistas las imperfecciones pictóricas. ¡Precisamente
por eso es el ideal de belleza pura, por sus imperfecciones!, pensó
el viajero. Es el ideal de inteligencia pura.
Se fijó en Céfiro,
el dios del viento que junto a su esposa, Aura, la ninfa de la brisa, daban
vida a Venus, un cuerpo y un alma.
Y en la Hora, la ninfa de la primavera,
que lleva mirto, símbolo del amor eterno, y señala los misterios
del amor de Venus, tan ocultos como los misterios de la inteligencia y
el conocimiento.
Venus era Simonetta Vespucci, casada
con Marco Vespucci, pero el amor platónico del pintor. Ella murió
con tan solo veintidós años. A la muerte de Botticelli, treinta
y cuatro años después que ella, seguía soltero, y
sólo pidió que le enterrasen a sus pies en la Iglesia de
Ognissanti, la iglesia de los Vespucci, en Florencia.
Estaban saliendo del museo cuando
se fijó en sus pendientes, en el color de sus pendientes. Entonces
volvió al cuadro para mirar un detalle a los píes del cuadro,
la anémona azul. Las lágrimas de Venus transformaron la sangre
de su amante muerto, Adonis, en una anémona y su cuerpo en una estrella.
Se ausentó para hacer dos
llamadas de trabajo, pero realmente eran para localizar una floristería.
Fueron a tomar un vermut en una
terraza y al poco rato apareció alguien de la floristería
con una pequeña flor de color azul.
Ella la aceptó y le dijo:
“seguro que significa algo, pero no me lo digas. No será verdad
algo que viene de quien no quiere quedarse”.
Y el viajero se quedó mirándola
en silencio, pidiéndola que rompiese su rutina con un beso, que
le diese todo lo que le quisiese dar. (Ver
video)
Souvernirs desde el chiringuito
de un parque, con dos vasos de vermut, muchos periódicos desordenados
sobre la mesa, y una silla vacía.
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