CUANDO LLENABAS LA CASA DE FLORES.
Todo es efímero.
Cada día llegabas con flores.
Las cogías del campo, las comprabas en los mercados, por la calle,
a veces te las regalaba y siempre me decías que mejor joyas, que
no son efímeras.
Pero todo es efímero, hasta
la vida, aunque Borges apostillaba que las horas, sin embargo, son largas.
Siempre había flores. Los
días más felices te los descubría porque la mesa del
comedor nos esperaba con flores.
Gastamos más en flores que
en arroz, pero no teníamos tiempo, todo era tan efímero.
Una vez le preguntaron a Confucio
que porqué compraba arroz y flores. Respondió que compraba
arroz para comer y flores para vivir.
Yo compraba flores para sujetarte,
para verte sonreír, para detener el tiempo que se nos iba. Todo
era tan efímero.
Nunca he vuelto a comprar flores.
Nunca he vuelto a sentir que el tiempo pasa deprisa. Ya nada es efímero.
La vida se hace eterna cuando no se regalan flores.
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