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HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

UN GENIO Y UNA PELIRROJA

Pepeta era una joven inteligente, guapa, alta y pelirroja. Gaudí un genio muy tímido.

Alrededor de 1871, cuando Gaudí tenía diecinueve años se enamoró de una chica francesa que trató durante unos quince días en casa de una familia amiga, donde ella estaba de paso. A esa edad no se necesita más tiempo para enamorarse. 

Se necesita mucho más para olvidar. Muchos años después, en 1904, lo recordaba así: “Me enamoré mucho aquellos días, e iba a verla tanto como podía; y ella parecía que se daba cuenta y me hablaba muy amablemente, mucho, mucho…; tanto que yo estaba embriagado; pero ella estaba prometida, en su país, y llegó el día de su regreso y yo no tuve el coraje de ir a despedirla, y a la hora que ella se iba yo estaba en casa como muerto. Después no supe nada más, sólo que se había casado en su pequeña ciudad.”

Fue un amor platónico, que Gaudí recordó siempre. Durante los primeros años, según explicaba, “yo no podía olvidarla”, y “siempre me parecía tenerla delante”.

Más tarde a los treinta, se cruzó Pepeta (Josefa Moreu), una mujer con una vida increíble, de no ser porque la dejó escrita su hermano, que cuenta las costumbres liberales de Pepeta y de su otra hermana Agustina. Es muy interesante la atracción de los hombres inteligentes y carentes de muchas experiencias por mujeres que han dado la vuelta al mundo en una dirección y en todas las contrarias.

Pepeta era una joven inteligente, guapa, alta y pelirroja, que había sido abandonada por su marido, un exaltado militante carlista, Joan Palau. Con los 3,000 duros de la dote, compraron un barco y realizaron fletes en el norte de África. Parece ser que este hombre bebía más que respiraba, cuando no bebía jugaba a las cartas, cuando perdía llamaba a Pepeta para que pagase las deudas de juego y cuando Pepeta le anunció su embarazo malvendió el barco y desapareció. 

Y aquí deberíamos olvidarnos de este personaje, pero para los seguidores de Gaudí hay un debate permanente para averiguar que vio el maestro en una mujer tan diferente a él, así que nos cuenta un investigador reconocido de Gaudí que Joan Palau, antes de casarse con Pepeta, ya se había casado anteriormente en Buenos Aires. Algunos estudiosos dudan de que existiera matrimonio legal entre Joan y Pepeta puesto que no se ha encontrado documentación que lo confirmara, así como tampoco de que se produjera una posterior anulación. Lo único verdaderamente constatable es que en el certificado de su posterior matrimonio con Josep Caballol aparece inscrita como soltera. 

Volvemos a Pepeta y a que el marido había huido al saber que estaba embarazada. Sola en Orán y sin dinero se dedicó a tocar el piano durante dos meses en cafetines. A su vuelta, tuvo a su hija, que murió de difteria a los tres años, e impartió clases de francés en la Cooperativa Obrera Mataronense. Allí la conoció Gaudí.

Gaudí era demasiado tímido para ella y decidió casarse con Josep Caballol, comerciante de maderas, que sería su segundo marido y con el que tuvo cuatro hijos. 

Pepeta enviudó y se casó de nuevo con Josep Vidal Gomis, el hombre de la Paramount en España, del que volvió a enviudar. 

Como era una mujer muy activa, abrió la boutique de sombreros más atrevida de Barcelona, en la esquina de las calles Puertaferrisa y Roca. 

Volvió a enviudar y su último marido fue Joan Vidal Gomis, un hombre delgado y pálido, de menor presencia física, pero que sabía de la vida tanto como ella. Vidal había salido de Mataró, la misma ciudad natal de Pepeta, a los doce años, sin dinero ni pertenencias. A los veintidós ya había pasado por Japón después de haber cruzado Europa y América ganándose la vida en diferentes actividades y negocios. 

Se dice que Vida era un hombre de gran cultura y sentido del humor, además de un cariñoso padre para aquellos cuatro hijos de Pepeta. Una prueba de ello son las palabras que escribió su hijastra Joaquina en la nota necrológica publicada con motivo del fallecimiento de Joan Vidal " ... a su lado crecimos rodeados de cariño y aprendimos a distinguir entre el bien y el mal, a luchar contra la adversidad...¿y cómo aprendimos? Sólo con el ejemplo..."

Pero no nos olvidamos de Gaudí, que seguía solo y proyectando casas de ensueño. Durante todo este tiempo, Gaudí y Pepeta llegaron a coincidir viviendo en la calle Diputació, y cuenta que Gaudí desde la ventana atisbaba por los patios colindantes las idas y venidas de Pepeta. 

Posteriormente, Gaudí huía de todo contacto con Pepeta, así que cuando se fue a vivir al Parque Güell evitaba las visitas de Pepeta a la familia del doctor Trías, propietario de otra construcción en el parque.

Y un día Gaudí fue atropellado por un tranvía porque tampoco miraba cuando cruzaba la calle, y porque también le gustaba la música gregoriana e iba a escucharla a una iglesia cercana, y porque siempre daba el mismo paseo, de la izquierda a la derecha, y porque cuando no hay una Pepeta cerca uno acaba solo, descuidado, con ropas gastadas, abandonado en la calle, hasta que pasó un guardia civil que paró un taxi que lo condujo al hospital Santa Creu, un hospital de pobres. Al día siguiente lo identificó el capellán de la Sagrada familia y toda Barcelona salió a la calle a despedirle. 

De estas cosas se habla en una noche de verano cenando en el Capricho. Con una Pepeta, por supuesto.
 

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