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MEMORIAS DE UNA GEISHA. ¿ME ACEPTAS?.

Concluye con una frase que retrata a muchos hombres de hoy, que quieren a una mujer apasionadamente, pero a la que solo dan el título de su geisha


EL AUTOR

Arthur Golden nació en Estados Unidos, se graduó en Harvard en Historia del Arte, especializado en arte japonés, además es licenciado en Historia de Japón y ha vivido varios años en Tokio. Memorias de una geisha fue su primera novela y ha dado pie a una película dirigida por Rob Marshall y producida Steven Spielberg, John DeLuca & Douglas Wick, Memorias de una Gheisa.

EL ARGUMENTO

Poco antes de su muerte, Sayuri Sakamoto (Chiyo), una anciana japonesa afincada en New York, cuenta la historia de su vida a un joven amigo americano.  

En 1930 una pequeña de nueve años y su hermana son arrancadas de su hogar y llevadas a Kioto. Las hermanas se separan y Chiyo, nuestra protagonista, es llevada a una casa donde se convertirá en geisha. En el fondo, esta novela es una historia de amor, como pasa siempre con las historias de mujeres. Pero Chiyo vive en un mundo donde no puede aspirar a nada más que a sobrevivir, así es que debe aprender a conformarse con lo que tiene y a ocultar sus sentimientos.

Toda la narración está llena de datos curiosos; por ejemplo, Golden nos cuenta que el maquillaje de las geishas estaba hecho a base de plomo, lo que les destrozaba la piel; también nos explica detalladamente cómo se lo aplicaban y cómo se vestían todos los días para su trabajo. Su vestimenta era tan complicada que necesitaban a un hombre para que las ayudara a que todo quedara perfecto.

Para los japoneses los kimonos tienen una importancia enorme, tanto por la calidad como por los diseños; también la danza tiene significados especiales.

Durante esos años, se empieza a vislumbrar ya el paso de Japón hacia la modernidad; así que cuando Sayuri -nuestra protagonista cambió de nombre al convertirse en geisha- pasaba por la Universidad, los estudiantes la miraban como algo exótico. 

Las descripciones de Golden, además de detalladas y exactas, son poéticas. En una sola página encontramos frases que pueden llegar a ser tan líricas como: “su columna vertebral era una soga llena de nudos”, “tenía la cara llena de arrugas, y en cada arruga había escondido una preocupación u otra” o “la tristeza es un peso difícil de llevar”. 

A través de ellas casi vemos los kimonos, las expresiones de la gente, los ojos claros de Sayuri, entendemos los horóscopos, asistimos a la lucha de Sumo, en fin, nos adentramos en un mundo lleno de costumbres tan diferentes de las nuestras.

Hay también algunos detalles que nos recuerdan la “magia”; por ejemplo, cuando Golden nos habla del agua y la madera en las personas.

Además encontramos un concepto nuevo acerca de las geishas, conocemos realmente su trabajo -que no era lo que pensábamos-, entendemos sus sentimientos, sus anhelos, sus dificultades.

UNA INEXACTITUD IMPORTANTE

En la antigüedad, las maiko perdían la virginidad con el mizuage, pero sólo las más famosas eran con las que los hombres hacían como una especie de subasta. Arthur Golden da una imagen de la geisha un poco como "prostituta", aunque afirma que no es lo mismo una oiran (prostituta) que una geisha. El que una geisha tenga relaciones sexuales a cambio de dinero (o prostituirse) mancharía su nombre y deshonraría a su okiya.

El "mizuage" de una geisha (cuando se realiza el "mizuage" en realidad son maiko) sólo consiste en una pequeña ceremonia en el que la geisha (maiko) cambia el peinado y la vestimenta de maiko por el de geiko (geisha). 

Esta y otras precisiones pueden comprobarse en el libro de Iwasaki Mineko, la más famosas geisha de Japón y que se titula "el mundo de la flor y el sauce".

UN FINAL INCIERTO

Es curioso que cuando Sayuri ronda los 30 años de edad la historia empieza a tomar ese matiz de cuento de hadas que caracteriza el desenlace y que desentona con el resto de la historia. En este caso la película mejora al libro.

Bien, pues hacia ese momento de su vida es cuando Mineko deja de ser geisha para formar una familia y llevar una vida como cualquier otra mujer... esta coincidencia hace pensar que quizá el autor se quedó sin recursos en los que basarse para terminar su historia, y por eso el final no tiene la misma esencia que el resto del libro, sino que mas bien bastante típico.

Sin embargo, la película, con un final diferente, concluye con una frase que retrata a muchos hombres de hoy, que quieren a una mujer apasionadamente, pero a la que solo dan el título de su geisha, porque su apego a las tradiciones les impide aceptar a un “geisha” como la mujer que culmine su vida. 

La propia protagonista en la película, cuando todo creemos que ha encontrado su amor definitivo, concluye diciendo que pasa a ser la esposa de la noche, que no es la historia de una emperatriz, sino de una geisha que no puede aspirar a mejor destino

¿Aceptaría casarse con una geisha que le rompiese el corazón?. ¿Merece la pena renunciar a la felicidad por "la razón que sea"?. ¿Somos esclavos de nuestra moral?.
 
 

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