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HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

HEIDEGGER Y HANNAH. CUANDO NO SE PUEDE ROMPER.

Una historia entre el filósofo más importante de su época y una profesora judía en la Alemania de entreguerras. Hannah le llamaba ¡Sr. A sus ordenes!. Nunca pudo separarse de él y siempre intentó volver, aún después de pasar por el gueto de Varsovia.

La historiadora Elisabeth Young-Bruehl analiza en su biografía sobre Hannah Arendt la relación amorosa entre la pensadora judía y el filósofo alemán Martin Heidegger, 17 años mayor que Hannah. 

Hannah Arendt era polaca, combatiente en el gueto de Varsovia del que logró escapar poco antes de su aniquilación. Su padre había muerto en 1913, cuando ella tenía 7 años. Cinco años más tarde su madre volvió a casarse y a partir de entonces Hannah tuvo que compartir a su madre no solamente con su padrastro, sino también con dos hermanastras. 

En la Universidad encontró a Martin Heidegger, de treinta y cinco años y casado. Por su aspecto exótico y su mentalidad abierta impresionó tanto a Heidegger que iniciaron una relación clandestina que puso en riesgo su matrimonio y su carrera profesional. 

Los dos compartían la pasión por Bach, Beethoven, Rilke y Thomas Mann. Heidegger escribió multitud de cartas de amor a Hannah. 

Tenían un sistema de luces apagadas y mensajes clandestinos, de modo que Heidegger podía llamar a  Hannah a su despacho en el momento oportuno. 

En 1928 Heidegger, en la cima de su carrera, dejó finalmente a Hannah y no quiso que su relación pusiera en riesgo su puesto de profesor en Friburgo. Heidegger escribió a Hannah “te quiero” y ella respondió “tal y como el primer día, lo sé y siempre lo he sabido… Si hay un Dios, te querré mejor después de la muerte”.

A pesar de las cartas, Heidegger obligó a Hannah a dejar Marburgo. Hannah se fue a Heidelberg y nunca le dio su nueva dirección, pero Heidegger la encontró y se vieron en Friburgo (Suiza). A partir de este momento, Hannah siguió escribiendo cartas que encabezado con “a su orden”,  como le llamaba. 

Hannah escribiría luego, “cuando me fui de Marburgo estaba convencida de no volver a querer nunca más a otro hombre, luego me casé, me daba igual con quien, no me esperaba nada para mí.”

En septiembre de 1929 Hannah se casó con un estudiante de Heidegger, Günther Stern, luego se le conocería como Günther Anders. 

El matrimonio no salió adelante. Primero vivían en Berlín, luego en París, finalmente volvieron a Berlín, pero en 1933 Günther Stern huyó a París, lo que significaba el final de la relación. 

Hannah escribió varias veces a Heidegger, pero él nunca respondió. En 1933 ella le preguntó si era cierto que Heidegger no dejaba entrar a los judíos a sus clases. El filósofo respondió furioso y contaba todos los favores que había hecho a los judíos aunque esto hubiese perjudicado su trabajo. 

Hannah Arendt también tuvo que emigrar a Paris, donde conoció a Heinrich Blücher, un obrero comunista.

Al acabar la guerra (habiendo logrado escapar con vida del gueto de Varsovia), siendo directora de la “Commission on European Jewish Cultural Reconstruction”, Hannah viajó a Europa en 1949 para investigar los tesoros judíos que habían sido sustraídos. 

Viajó a Friburgo e hizo llegar a Heidegger la dirección del hotel donde se hospedaba. Aquella misma noche él acudió. 

Heidegger tenía sesenta y un años y luchaba contra el desprestigio por su colaboración con el nacional socialismo. 

Ya no era la relación entre el catedrático alemán con una estudiante judía en la Alemania nazi, sino un hombre desencantado, el mejor pensador que haya dado la Europa moderna y una judía muy influyente que podía lavar su pasado. 

¿Volvería Heidegger a utilizarla?. 

Tras aquel encuentro se reanudó la relación y duró veinticinco años más, con mucha correspondencia o largas etapas de silencio. Las pocas veces que se vieron fueron vigilados por Elfriede Heidegger, la esposa, a la que Hannah llamaba simplemente “tonta”. 

Pero Hannah consiguió que Estados Unidos aceptase publicar la obra de Heidegger, después de haberla prohibido, y combatió su fama de antisemita. 

En marzo de 1952, Hannah volvió a Friburgo por una semana, con la excusa de un viaje de trabajo. Esto no gustó a Elfriede Heidegger, por lo que escribe “esa mujer se vuelve loca de celos, que han aumentado en todos los años en los que ella creía que Martin me iba a olvidar. Esto lo mostró en una escena medio antisemita cuando él no estaba … “ 

Poco después, en 1955, Hannah quiso visitar a Heidegger de nuevo. Su libro  “Elemente und Ursprünge totaler Herrschaft” estaba en todas las librerías y todos los periódicos informaron de su viaje. Pero Heidegger no quiso recibirla. La razón es que Hannah equiparó el comunismo con el nacionalsocialismo, algo que Heidegger no aceptaba, llegando a decir que había apoyado al nacionalsocialismo para proteger el país del comunismo. 

En los siguientes viajes Hannah ya no intentó visitar a Heidegger, pero mantuvieron la amistad. Cuando en 1960 se publicó su libro “Vita activa – oder vom tätigen Leben” escribió a Heidegger “verás que a este libro le falta la dedicatoria. Si entre nosotros todo hubiese pasado de manera correcta, te habría preguntado si te lo puedo dedicar. Lo escribí después de los días de Marburgo …” 

Solamente se sabe que él respondió con tal rabia que ella se quedó sin palabras. 

Al principio de los años sesenta, Hannah intentó varias veces visitar o ponerse en contacto con Heidegger, pero incluso a través de colegas resultó imposible. 

Cuando Hannah cumplió sesenta años, Heidegger la mandó felicitaciones y un año más tarde ella visitó al matrimonio Heidegger. 

A partir de entonces, Heidegger la escribió dos poemas y elogió su artículo sobre Walter Benjamín. 

En 1969 Heidegger cayó enfermo y Hannah ayudó a su esposa a vender el manuscrito de “Sein und Zeit” en un momento de necesidad económica. 

Hannah Arendt murió el 4 de diciembre de 1975, a los sesenta y nueve años. Cinco meses más tarde, Heidegger seguiría a Hannah. No hicieron otra cosa en su vida, seguirse, perseguirse, rehuirse, envidiarse, odiarse y reencontrarse una y mil veces. Dos genios del pensamiento europeo unidos por una atracción que venció a la historia, a la política y al genocidio del pueblo judío.  
 

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