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SER PADRE.

YO YA TENGO HIJOS Y ELLA NO. 

Las nuevas relaciones y sus hijos pueden tener consecuencias para los hijos anteriores.

El número creciente de divorcios ha dado lugar a un fenómeno bastante reciente: las segundas familias. Y estos nuevos núcleos tienen que hacer frente a muchos retos. Como cualquier otro logro, el desarrollo de buenas relaciones en la nueva familia requiere mucho esfuerzo. 

Cada uno de los miembros de estas familias ha experimentado pérdidas y tiene que hacer ajustes bien complicados en su nueva situación. 

Cuando se forma la segunda familia, sus miembros no tienen un historial común o no tienen el mismo modo de hacer las cosas. Muchas veces, sus creencias son muy diferentes. 

Además, un niño puede tener la lealtad dividida entre el padre, con quien vive, y la madre, que vive en otro lugar y a quien visita de vez en cuando. Los miembros de la nueva familia combinada necesitan crear vínculos fuertes entre ellos, lo cual pueden hacer de la siguiente manera: 

  • Reconociendo y lamentando lo que han perdido.
  • Desarrollando nuevas maneras de tomar decisiones en familia.
  • Fomentando y fortaleciendo las nuevas relaciones entre padres, padrastros, hijastros y hermanastros.
  • ayudándose los unos a los otros.
  • Manteniendo y fomentando las relaciones originales con los padres naturales. 
Aunque estos problemas son difíciles de resolver, la mayor parte de las segundas familias lo consiguen. 

Las segundas familias utilizan a menudo a abuelos (u otros parientes), grupos de apoyo y otros programas disponibles en la comunidad para que los ayuden con los ajustes. Los padres deben considerar la posibilidad de una evaluación psiquiátrica si alguno de sus hijos manifiesta sentimientos muy fuertes de: 

  • Retraimiento e intentos de luchar él solo con la pérdida.
  • Sentirse dividido entre los dos padres y las dos familias.
  • Sentirse aislado por sus sentimientos de culpabilidad, de ira o enojo.
  • No estar seguro de lo que es correcto.
  • Sentirse incómodo con cualquier miembro de la familia original o de la nueva familia. 
Además, si los padres observan que los síntomas siguientes persisten, deben considerar una evaluación psiquiátrica del niño o de la familia completa: 
  • Si el niño dirige su ira hacia un miembro en particular de la familia o expresa resentimiento contra el padrastro o el padre.
  • Si uno de los padres sufre mucho estrés y no puede ocuparse de las necesidades crecientes del niño. 
  • Si uno de los padres o padrastros demuestra favoritismo por alguno de los niños.
  • Si la disciplina del niño se deja en manos de los padres naturales, en vez de incluir también a los padrastros.
  • Si algunos miembros de la familia dejan de disfrutar de sus actividades normales (por ejemplo, aprender, asistir a la escuela, trabajar, jugar o estar con los amigos y la familia).
La mayor parte de las segundas familias necesitan tiempo para desarrollar sus propias tradiciones y formar nuevas relaciones entre ellos. 

Pero, desde luego, pueden mantener relaciones emocionales excelentes y duraderas en el matrimonio que pueden ayudar a los niños a desarrollar la autoestima que necesitan para disfrutar de la vida y enfrentar sus desafíos.
 

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