LA HUMANIZACION DEL SEXO
De la biología a la cosmología
para hacerla feliz.
Si bastase con el placer qué
fácil sería. Bastaría con introducir unos electrodos
en el cerebro y generar sensaciones felices. Ya hace muchos años
que no sólo se realizan estos experimientos en monos, sino en personas
y el resultado sensorial es más placentero o doloroso que en la
vida real.
Los animales sienten placer y dolor.
Sexualmente se montan unos a otros, se procrean pero ¿son felices?.
No. ¿Tienen placer?, sí.
La diferencia viene del hedonismo
y del neohedonismo que llegaron a la conclusión de que no es posible
materializar la felicidad. Los animales están en una etapa biológica
inferior al hombre.
Un animal puede tener placer, entendido
como estímulo físico sensorial, pero es una sensación
inmediata.
El hombre primitivo estaba más
cerca de esa etapa biológica animal, por ejemplo, se lanzaba sobre
un animal y se comía su carne cruda a mordiscos. Ahora, salimos
a cenar en un restaurante con velas y nos comemos un solomillo vuelta y
vuelta. El hombre primitivo veía a una moza apetecible y la violaba
sin más. El hombre civilizado disfruta del placer de la seducción.
El hombre primitivo discutía y asesinaba, el hombre evolucionado
va a los tribunales.
Pero los placeres están ahí
y el deseo es innato, lo que sucede es que los más epicúreos
no se conforman con el placer primitivo, sino que quieren disfrutar plenamente
del placer, y en materia sexual, cuando la sexualidad llega de la mano
del amor ya no es sólo un placer físico sino metafísico.
Por eso el mejor afrodisiaco es
el amor, por eso los hombres que hoy en día viven en estados que
permiten la poligamia reconocen que como con la favorita con ninguna y
prescinden del resto, o los deportistas de élite con acceso a todas
las mujeres que quieran prefieren a una entre todas y por encima de todas.
Por eso el placer con amor sobrevive
al tiempo, es propio de la madurez intelectual de los individuos, de los
seres humanos civilizados. Es el verdadero placer, lo otro es poca cosa
y no da la felicidad, que es lo único que importa, porque la felicidad
no es materializable.
Y todo esto no es metafísica
o religiosidad, es humanidad. La humanidad con la que un hombre enamorado
se entrega a la mujer que ama.
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