Y la palabra frivolidad es un
poco peligrosa. No me gusta nada la futilidad, lo que no es profundo, lo
que no mira al interior de las cosas. Pero la frivolidad es otra cosa:
que a uno le guste ir bien vestido, reírse con tonterías...
La frivolidad nos salva. Y por eso, muchas veces, las mujeres son menos
aburridas que los hombres. Las mujeres pueden hablar de la muerte y dos
segundos después del color de un vestido y las dos cosas forman
parte de la vida. Eso es una forma de inteligencia.
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