JOHN BANVARD 

Hacerse millonario para regalar un castillo.

John Banvard (1815 - 1891) nació en Nueva York, hijo de un millonario que acabó arruinándose, pero pronto empezó recorriendo los pueblos de Kentucky, entonces zona de frontera, ganándose malamente la vida como pintor de carteles y durmiendo al aire libre en los puertos del Mississippi. Se ganaba la vida pintando y cazando.

Al poco consiguió trabajo haciendo telones de escenografía para un teatro ambulante, y allí aprendió a pintar rápido y a gran tamaño lienzos hechos para ser vistos a la distancia. 

Su suerte cambió cuando vio en una feria de atracciones un “panorama”: eran éstos unos rollos continuos de lienzo pintado que se iban desplegando horizontalmente al girar una manivela, mostrando escenas de paisajes en forma sucesiva a la vista del público.

Banvard decidió que él haría un “panorama”, la pintura más grande jamás realizada. Se fue a orillas del río, con una pequeña barca y un baúl, que llenó de lápices y cuadernos de dibujo y pintó, en todos sus detalles, desde su nacimiento hasta su desembocadura y en un solo rollo de lienzo continuo, el río Mississippi.

El río Mississippi tenía y tiene unos 5.000 kilómetros de costa, lo que nos puede dar una idea de la magnitud de su empresa. Se embarcó hacia 1842 y recorrió, solo y durante dos años, la inmensa distancia de lo que entonces era una casi despoblada y peligrosa frontera, desde Missouri hasta Nueva Orleans, tomando apuntes. Luego compró enormes bobinas de lienzo que unió, y en un viejo galpón de madera pintó lo que sería su obra maestra: el “Gran Panorama móvil del Mississippi de Banvard”, que decidió mostrar al público por primera vez el 29 de junio de 1846, en un teatro de la ciudad y a 50 céntimos la entrada.

Mientras se iba desenrollando los 396 metros de la obra a lo largo del escenario (las bobinas quedaban ocultas detrás del telón a ambos lados), Banvard narraba las numerosas aventuras que le había deparado cada tramo del río, con el acompañamiento musical de un piano tocado por su mujer.  

El éxito fue tan aplastante que la pintura se trasladó a las capitales culturales del momento en norteamérica: Boston y Nueva York. La recaudación obtenida cada noche era tal que el banco la calculaba al peso. Con suceso creciente, dio el salto a Londres en 1846, llenando el teatro cada noche durante años. Hasta llegó a ser requerido para una exhibición privada para la reina Victoria en el castillo de Windsor, y cosechó elogios de las más respetadas celebridades de la época, como Charles Dickens. A Londres le siguió un periplo triunfal por París, en donde se exhibió durante dos años más.

Aprovechó para viajar y durante sus viajes pintaba panorámicas de Palestina y el valle del Nilo.

Pero llegó el cine y se acabó el negocio. A su vuelta a América, construyó un castillo escocés como regalo a su esposa y se dedicó a la construcción de un museo egipcio en pleno centro de Manhattan  

John Banvard murió en Watertown, Dakota, el 16 de mayo de 1891 en la más absoluta pobreza. Su familia no pudo pagar su funeral y tuvo que subastar el rollo de lienzo del “panorama del Mississippi”, que con el tiempo pasó a utilizarse en el pueblo como aislante de las paredes. Hoy en día no se conserva ni un solo trozo de aquel gigantesco lienzo.