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HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

JOSÉ LUIS DE VILALLONGA  Y LA PROSTITUTA SIN PIERNAS.

Cosas de familia, pero ante la muerte, … cosas de familia.

José Luis de Vilallonga (Madrid, 9 de enero de 1920 - Andratx; Mallorca, 30 de agosto de 2007).

Su padre era el marqués de Castelvell, título que después heredó con Grandeza de España y barón de Segur. Un catalán y «militar típico de la época», amigo del Rey Alfonso XIII. Su madre, la segunda hija del marqués de Portago. 

Aunque era hijo de aristócratas catalanes, nació en Madrid,  en casa del abuelo materno, en el número 9 de la calle Serrano. El abuelo era Vicente Cabeza de Vaca, Marqués de Portago, que fue alcalde de Madrid, diputado conservador, vicepresidente del Senado y sustituto de Espada en la cartera de Instrucción Pública en el Ministerio Dato de 1921. 

Tras la proclamación de la II República, sus padres se exiliaron en Biarritz (Francia). Sin embargo, la guerra sorprendió a Vilallonga en Francia. Por indicación de su padre, se incorporó al bando franquista y, a los dieciséis años, formó parte de un pelotón de ejecución. 

Tras combatir en la Guerra Civil española del lado franquista, Vilallonga trabajó como periodista para revistas catalanas. Aquí empiezan sus peleas familiares, pues querían que fuese diplomático, pero cambia de inclinación política. 

"Antes de alcanzar el uso de razón -explicaba el escritor años muchos años más tarde- yo respiraba a diario el aire de la derecha pura y dura". Vilallonga se definía como "monárquico genético", pero su perfil político cambió con los años, del monarquismo al falangismo hasta llegar al antifranquismo y hacerse socialista. De hecho en su despacho había una foto dedicada de Felipe González y cuando se afilió al partido socialista en 1983, tras el intento de golpe de estado de Tejero, le apodaron como el “marqués rojo”. En 1994, tras los escándalos de corrupción recogidos por la prensa, anunció en el artículo «Tristeza y asco», en ABC, su decisión de abandonar el partido.

Debido a las diferencias familiares, abandonó Barcelona para instalarse en París, donde no tardó en casarse en 1945 con Priscilla Scott-Ellis. Pris Scott era hija del octavo barón Howard de Walden y enfermera voluntaria en la Guerra Civil española, del lado franquista. Un año después tuvieron un hijo, que nació en un transatlántico de camino a Argentina, donde iban a comprar caballos. Aunque Priscilla fue oficialmente su esposa durante veintisiete años, la relación se rompió al poco de nacer su hijo John. También tuvieron una hija llamada Carmen. No hubo relación posterior ni con la madre ni con los hijos. Se divorciaron en 1956.

En aquella época se dedico a criar caballos en Argentina y a engañar a su primera esposa con una hermana de Zsa Zsa Gabor. 

Al contar sus matrimonios en sus memorias recuerda que se casó "primero con una aristócrata inglesa que podía montar a caballo durante horas sin salir nunca de las tierras de su padre, luego con una belleza franco-italiana recién divorciada de una colosal fortuna monegasca y más tarde con la hija de un criminal de guerra alemán que nadaba entre dos aguas como un pez y finalmente, supremo error, con una inquietante vasca especializada en autopsias televisadas de muertos ilustres".

"Mi hijo Johnny era un niño francamente antipático que me tomó aversión desde el principio, por lo que tuve que renunciar a cogerle en mis brazos -explicaba. -Era un niño antipático, hosco y miedoso. Muy pronto y casi sin darme cuenta dejé de interesarme por él”.

Años después el niño, John de Vilallonga Scott-Ellis,escribió otro libro, “Vilallonga, mi padre”, en el que le acusaba de haber sido un padre cruel, ególatra, frío y alcohólico. "Siempre he proclamado alto y claro mi amor por mi padre pero también mi negativa a besar el suelo que pisa, a adularlo como lo que no es: un ser superior con derecho a todo, sobre todo a escupir sobre este gusano que se arrastra a su alrededor". 

Cuenta el hijo en este libro que una de las veces en que su padre, José Luis de Vilallonga, le enseñaba París le reservaba una sorpresa especial. Iba a conocer, le anunció, a una mujer increíble, única en el mundo. John de Vilallonga se adentró en el boulevard Montparnasse y, siguiendo las instrucciones de su padre, fue a dar a la habitación de un burdel. Frente a él, una mujer que se encaramaba a la cama ayudada por un trapecio. José Luis de Vilallonga había conducido a su hijo hasta una prostituta sin piernas. “Estaba helado, paralizado. Presa del pánico, eché a correr...”.

Una de las grandes aficiones del marqués de Castellvell, según John de Vilallonga, era decir que se sentía indispuesto repentinamente y simular un infarto. “Mi padre tiene una salud de hierro a pesar de su costumbre de fingir que está agonizando cada vez que necesita que alguien le ayude, para llamar la atención, o sencillamente como hizo conmigo, para divertirse observando el efecto que produce su muerte en los demás. Tiene una rara habilidad para simular un ataque al corazón». Uno de los muchos infartos paternos que John relata en el libro tuvo lugar en un aeropuerto francés justo después de que la policía lo detuviera. A José Luis de Vilallonga lo habían condenado en 1981 a seis meses de prisión por incumplir la obligación de pasar la pensión alimenticia a su ex mujer. Otras veces le fallaba el corazón, cuenta John de Vilallonga, “cuando las cosas iban mal y necesitaba que su padre se rascase el bolsillo”. Y si no era éste quien financiaba su elevado tren de vida, asegura John, esquilmaba la fortuna de la amante de turno o de su propia esposa. La valiosa colección de arte que ésta heredó de su padre fue vendida enseguida. “Se gastó los beneficios en orgías desenfrenadas”, escribe el hijo. “Para él, el dinero siempre había sido lo único importante en esta vida. Había que ser rico, y si no, por lo menos parecerlo”. 

Otra muestra del nivel de la relación de familia es que Vilallonga hizo todo lo posible para privar a su hijo de los derechos nobiliarios.  El hijo transcribe en su libro una carta que recibió de su padre, “ayer estuve hablando con S.M. el Rey en el palacio de Marivent y me sugirió que le dirigiese a la Diputación de la Grandeza Española una solicitud pidiendo que el título de marqués de Castellvell y la grandeza inherente al título no puedan ser heredados por ti por causa de indignidad...”. 

VILALLONGA, ESCRITOR Y ACTOR.

De nuevo en París, donde Vilallonga se instala en 1951 tras el divorcio, se convierte en un playboy aristocrático. Por su casa de París pasaron todas las celebridades de la época, como la princesa Soraya, Grace Kelly, el rey Jorge de Grecia, los condes de París o los duques de Windsor, la propia casa real española en el exilio, Brigitte Bardot, Orson Welles, Federico Fellini, Audrey Hepburn, Charles Chaplin, Sophia Loren, Onassis o Catherine Deneuve...

En esta época escribió varios libros en francés relatando la Guerra Civil española y hacía breves papales en el cine interpretándose a sí mismo. Su fama como galán hizo que hasta Audrey Hepburn lo recomendara para la película “Desayuno con diamantes” de Blake Edwards (1961), pero también participó en “Los amantes” de Louis Malle, en 1958, a “Patrimonio Nacional” de Luis García Berlanga (1986) y “Giulietta de los espíritus” (1965), de Fellini. Su amistad con el cineasta en aquellos años fue muy intensa y gracias a esa proximidad escribió en 1995 “Fellini visto por Vilallonga”.

Entre sus libros más famosos están “Gold Gotha” (1974), de entrevistas con famosos, “La imprudente memoria” (1985), “Mi vida es una fiesta” (1988), “El gentilhombre europeo” (1993) y su polémica biografía del Rey Juan Carlos, basada en conversaciones entre ambos, “El Rey”, de 1993. Este libro los escribió durante la convalecencia del Rey, a raíz de un accidente de esquí, pudo grabar 27 horas de conversaciones que aparecieron reflejadas en ese libro cuya trilogía se completó con “Franco y el Rey” (1995) y “El sable del Caudillo» (1997). 

SYLIANE, EL AMOR DE SU VIDA

Con Priscilla Scott-Ellis estuvo casado entre 1945 y 1956 y con Ursula Dietrich tres semanas  en 1958.

Se volvió a casar en 1974 en París con Syliane Stella Morell y se separó en 1995.

Ya de vuelta a España, en 1999, se casó y se separó rápidamente con la periodista Begoña Aranguren, que se lo agradeció con un libro titulado “Vilallonga, un diamante falso”.

En su último libro, “Memorias no autorizadas”, Vilallonga reconocía que el amor de su vida fue Syliane Stella, con la que compartió más de veinticinco años, y que le cuidó al final, junto a Fabricio, el hijo de Syliane pero al que siempre consideró como propio. En esta época final Syliane ya estaba casada con el pintor Jorge Bascones.

“Te quiero, Syliane”, fueron las últimas palabras de José Luis de Vilallonga antes de fallecer. Un par de días antes le había dicho que quería que para su sepelio se vistiera muy elegante, “a lo Jacqueline Kennedy”.

Pero la elegancia no viene de la ropa. Al entierro asistieron Carmen y John, los dos hijos que tuvo con su primera mujer, Priscilla Scott-Ellis, a quien en sus memorias calificó de "alcohólica, fea y estúpida". Nunca mantuvo relación con ellos e hizo lo imposible para privarles de sus derechos hereditarios por el título nobiliario. Cosas de familia, pero ante la muerte, … cosas de familia.
 

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