CÓMO NOS VEN ELLAS /opinión
femenina |
CONVIVIR CON UN LUDÓPATA.
Carta de una lectora. No
me podía imaginar que mi marido era un ludópata, un jugador
empedernido que nos llevó a la ruina.
Los dos trabajábamos. Eran
dos sueldos, pero siempre faltaba dinero. Todo eran excusas, me ha surgido
un gasto inesperado, una reparación del coche. Yo sólo veía
que me llegaban palos de todas partes pero no sabía. Todo mi tiempo
era trabajar y nuestras dos hijas.
Luego llamó el banco para
reclamar un crédito que había pedido. Pero yo no he pedido
nada. Me respondieron que allí estaba mi firma. Después llamó
un vendedor de cupones de un bar cercano. Mira que tu marido no me paga
los cupones del sorteo …, pero qué cupones, qué sorteo.
Mi marido ya no supo inventarse
más mentiras o yo desperté por fin. Me confesó que
era ludópata, que no podía refrenar su deseo de jugar. Lo
habíamos perdido todo, todo, todo.
Nos hicimos de una asociación
de ludópatas, luego vino la terapia. Así hasta cinco años.
Pero todavía no me fío de él. Dicen que se ha recuperado
pero yo no lo creo. Tengo pánico a que suene el teléfono,
a las deudas, a las mentiras. Tenemos dos hijas y seguimos pero con un
gran miedo. El miedo a perderlo todo por una mala noche de cartas. El miedo
a los matones que vienen a cobrar sus deudas de juego, cobrarse como sea
y en lo que sea. El miedo y la inseguridad terrible. No creo que pueda
nunca volver a confiar en él, aunque siga a su lado por nuestras
hijas.

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