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HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

JUAN Y MARGARITA DE AUSTRIA. LA TRAGEDIA TROVADA.

“La tragedia trovada”: morir viviendo.  

EL PRÍNCIPE JUAN.

La reina Isabel la Católica a los dieciocho años se casó a escondidas en Valladolid con su primo Fernando, el heredero de Aragón, de diecisiete, habilitados con una dispensa papal falsa. Como eran primos hermanos los novios presentaron una supuesta bula emitida en junio de 1464 por el anterior Papa, Pío II, a favor de Fernando, en el que se le permitía contraer matrimonio con cualquier princesa con la que le uniera un lazo de consanguinidad de hasta tercer grado.

Años después, estando embarazada de su hijo Juan guardó reposo por problemas en la gestación. Pero en ese momento empiezan las revueltas en Segovia, así que desobedeció a los médicos y allí se fue desde Tordesillas para aplacar el levantamiento y dictar: "Decid a esos caballeros y ciudadanos de Segovia que yo soy la reina de Castilla, y esa ciudad es mía y me la dejó mi padre". Y así entre las diez y las once de la mañana del 30 de junio de 1478, frente a tres oficiales de la ciudad y un escribano, asistida por una comadrona, la reina parió a un hijo varón, el príncipe Juan. 

Juan nació débil y con labio leporino. Necesitaba cuidados especiales. Hasta los diez años, los médicos cuidaban su debilidad física con vigorizantes y pócimas, entre las que se encontraba el exótico extracto de tortuga. 

Desde muy niño se aficionó por la música y todo lo que fuese arte. Juan tocaba diferentes instrumentos y cantaba, a pesar de que tuviera una mediocre y sufriese tartamudez, como reconoce Gonzalo Fernández de Oviedo en el Libro de la Cámara Real del Príncipe su afición y las tardes de entretenimiento: "Era el príncipe don Johan, mi señor, naturalmente inclinado a la música, e entendiala muy bien, avn que su voz no era tal, como él era porfiado en cantar; pero en compañía de otras bozes passaua adelante: e para eso, en las siestas, en especial en verano, yuan a palaçio Johannes de Ancheta, su maestro de capilla, e quatro o çinco muchachos, moços de capilla de lindas bozes, de los cuales era vno corral que después fue muy eçelente cantor y tiple, y el Príncipe cantaua con ellos dos oras, o lo que le plazia, e les hacia tenor, e era bien diestro en el arte".

Según el autor de su Libro de Cámara, podía tocar diversos instrumentos en sus aposentos: órganos, claves, un claviórgano y un clavicordio, vihuelas de arco y de mano, y flautas. Desde que tenía al menos nueve años había tenido músicos a su servicio. 

MARGARITA DE AUSTRIA.

Ni Juana la loca, ni su hermano Juan, se podían imaginar que enamorarían de una forma tan apasionada en unos matrimonios concertados por puros intereses políticos. Sus vidas cambiaron cuando los Reyes Católicos aceptaron la propuesta del casadero emperador Maximiliano de Austria de casar al heredero español, el príncipe Juan, con su hija Margarita y a Juana con Felipe el hermoso, el heredero de su imperio. El emperador Maximiliano presumía de que su imperio no crecía con guerras sino con bodas. “Que guerreen otros, tú, Austria feliz cásate. Pues los reinos que a otros da Marte a ti te los da Venus. “"Bella gerant alii, tu felix Austria nube." - "Laßt andere Krieg führen, Du, glückliches Österreich, heirate."

El príncipe Juan tenía dieciséis años, el 20 de enero de 1495, cuando se firmó en Amberes una capitulación para que el casase con Margarita de Austria y su hermana Juana con el heredero del Imperio, Felipe el Hermoso. Fernando, Isabel y el príncipe ratificaron esta capitulación el 3 de enero de 1496 en Ulldecona. 

DEJADA POR SU NOVIO.

El emperador Maximiliano I y María de Borgoña habían decidido desde que era niña que tenía que recibir educación en la corte francesa ya que se casaría con el delfín, futuro Carlos VIII de Francia. 

De hecho vivió así diez años en Francia, desde los 3 años, donde primero recibió el título de delfina y luego en la corte francesa y crónicas contemporáneas, de reina de Francia, aunque nunca se casó con Carlos VIII. En 1493, Carlos VIII renunció al Tratado de Arras y se casó con otra heredera, Ana de Bretaña, volviendo Margarita con su padre. 

El padre de Margarita, el emperador Maximiliano de Austria decidió aislar a Francia y casar a sus hijos con los hijos de los Reyes Católicos. 

Así que Margarita, que se siente abandonada justo antes de casarse se refugia en la música, a la que era muy aficionada, de hecho dejó manuscritos con obras de los compositores más representativos de Países Bajos: Josquin, Compère, Isaac, Agrícola, de la Rue, etc.

Margarita de Austria acepta el cambio de marido con resignación y decepción pues iba a ser reina de la corte más erudita de su época y viajaba a una Castilla más guerrera que erudita. Lo que no sabía es que la esperaba un príncipe músico que adoraba el arte y que hizo de sus pocos meses de matrimonio una fiesta constante.

Algo se podía imaginar porque cuando Juana la loca llegó a la Flandes para casarse con su prometido, Felipe el Hermoso, que andaba de fiestas en el Tirol y no se presentó a recibirla hasta que el padre le tuvo que llamar al orden. La pobre Juana la loca llegó a Flandes en pésimas condiciones. Había salido en agosto de 1496 desde la playa de Laredo, Cantabria, en una de las carracas genovesas al mando del capitán Juan Pérez. Pero la flota también incluía, para demostrar el esplendor de la Corona Castellana a las tierras del norte y su poderío al hostil rey francés, otros 131 buques, desde naos a carabelas, con una tripulación de 15.000 hombres. Juana fue despedida por su madre y hermanos, e inició su rumbo hacia la lejana y desconocida tierra flamenca, hogar de su futuro esposo. La travesía tuvo algunos contratiempos que, en primer lugar, la obligaron a tomar refugio en Portland, Inglaterra, el 31 de agosto. Cuando finalmente la flota pudo acercarse a Middelburg, Zelanda, una carraca genovesa que transportaba a 700 hombres, las vestimentas de Juana y muchos de sus efectos personales, chocó contra un banco de piedras y arena y se hundió.

Así que Juana la loca llega a Flandes y tiene la suerte de ser recibida por la hermana de Felipe el hermoso, la que sería su futura cuñada, Margarita de Austria. El ambiente de la corte con el que se encontró Juana era radicalmente opuesto al que ella vivió en Castilla. Castilla era sobria, religiosa y familiar mientras que la corte borgoñona-flamenca era una fiesta constante. Cuando Margarita conoció a Juana lo primero que hizo fue cogerla del brazo y enseñarla el palacio, las vidrieras, los tapices. Después de estar solas se presentaron ante la corte. Luego pidió a toda la corte que besase la mano de Juana y ella correspondió y toda la corte castellana besó la mano de Margarita. La verdad es que Juana empezó bien y de hecho Felipe el hermoso al verla se enamoró, los problemas vinieron después con los celos. Pero ya nos vamos por los cerros Úbeda, así que volvemos a Margarita y Juan.

Cuando a Margarita de Austria le toco hacer el viaje a Castilla para casarse con Juan tuvo suerte parecida. Llegó en 1497 a Santander. En el trayecto entre Flandes y España, la expedición que traía a la futura reina sufrió una fuerte tormenta, pensando incluso en el naufragio. Para que su cadáver fuera reconocido si se producía el hundimiento del barco, escribió en una tablilla la siguiente leyenda: "Aquí yace Margarita, gentil damisela, dos veces casada y muerta doncella". Hacía referencia a los dos intentos de matrimonio que se habían efectuado, ninguno consumado. La ruptura con el futuro rey francés fue un golpe muy duro.

Los reyes y el príncipe le dieron la bienvenida e Isabel aceptó que la futura princesa siguiera manteniendo a sus órdenes el servicio flamenco que trajo en vez de sustituirlo por uno español. El lugar del primer encuentro entre ella y el príncipe Juan fue Reinosa. 

Lo cuenta el jesuita, Padre Mariana. "En la misma armada que llevó a Flandes a la infanta Doña Juana vino a España, aunque con algunas dilaciones la princesa Margarita, hermana del archiduque, para casar como tenían acordado, con el príncipe Don Juan. Aportó al puerto de Santander por el mes de marzo. Saliéronla a recebir el rey y el príncipe con grande acompañamiento. Viéronse en Reinosa, do los desposados se tomaron las manos. Veláronse en Burgos, principios del mes de abril, con las mayores fiestas y regocijos que jamás se vieron en España".

Margarita de Austria tenía diecisiete años y Juan a punto de cumplir los diecinueve. Fue un flechazo. Es que Margarita era muy guapa, casi tanto como su madre, María de Borgoña. Los dos enamorados tenían la misma edad y las mismas aficiones, la música y algo más. El príncipe Juan se dio cuenta rápidamente de su tristeza y organizó todo tipo de fiestas para alegrarla. Seguramente su hermana Juana ya le había instruido. La música trae el baile y a veces se baila demasiado. Felipe el hermoso aguantó bien el baile, pero Juan tenía otra salud muy diferente.

Dicen las crónicas que la pasión de la joven pareja era tal que mantenían relaciones de forma continuada, hasta que el joven príncipe llegó a debilitarse y enfermó. 

El médico de la corte aconsejó separar durante un tiempo a la pareja, pero la reina no pudo con la pasión de Juan y apeló a la fuerza del vínculo sacramental diciendo: "Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre". 

La corte y los nuevos esposos partieron de Burgos hacia Salamanca. Por el camino Margarita le comunicó a Isabel que se encontraba embarazada. Llegando a Madrigal se separaron ya que los reyes tenían que viajar hasta Valencia de Alcántara (Cáceres) para entregar a su hija Isabel al heredero de Portugal. 

Juan y Margarita fueron a Salamanca donde la salud del joven príncipe empeoró. El 1 de octubre Isabel y Fernando recibían la noticia en Cáceres: Juan tenía altas fiebres, estaba muy grave. Fernando y una pequeña escolta partieron de inmediato y se presentaron en Salamanca el 3 de octubre. El rey Fernando pudo asistir a los últimos momentos de la vida de su hijo. El 4 de octubre de 1497 el príncipe que habría de suceder a los Reyes Católicos murió.

Algunos historiadores sostienen que la muerte del príncipe Juan estuvo ocasionada por fiebres tifoideas o por tuberculosis, pero en la leyenda, Juan siempre fue el príncipe que murió de amor. Tanto su vida como su muerte fueron causas de importantes creaciones literarias y musicales. Sus restos descansan en el monasterio de Santo Tomás de Ávila. El precioso sepulcro renacentista en el que yace es obra de Fancelli, autor también del sepulcro de los Reyes Católicos en la catedral de Granada.

La madre, la reina Isabel, nunca se recuperó de la muerte del príncipe, "su ángel", como ella le llamaba. Resumió su desdicha en una frase: "El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea su santo nombre". Ya siempre vistió de negro. Tras la muerte de Juan vino la muerte de su primogénita Isabel (al año de morir Juan) y su nieto Miguel (que iba a unificar los Reinos de los Reyes Católicos con el de Portugal), la locura de Juana (que la desafió abiertamente en Medina del Campo) y los desaires de Felipe el Hermoso y la incertidumbre de su hija Catalina tras la muerte de su esposo inglés (primero Arturo de Gales y a su muerte su cuñado Enrique VIII) la sumieron en una profunda tristeza. Lo de casar a los cuñados no sorprende porque al morir Isabel casaron a su hermana María (en 1500) con el viudo de su hermana Manuel I de Portugal, el Afortunado. Y no fue mal porque fue madre de diez hijos, entre ellos Juan III, Enrique I de Portugal y la Emperatriz Isabel, esposa de Carlos V. 

Según Walsh, “los Reyes permanecieron varios días a solas con su dolor mientras tanto las campanas de España tocaban a difunto por el Príncipe; el pueblo vistió sus ropas de luto, cubrió de negro puertas y murallas de las ciudades y suspendió temporalmente todo negocio público o privado". 

LA MUJER QUE PERDIÓ A SU HIJA POR TRISTEZA

Margarita, sumida en una profunda tristeza por la muerte de su esposo, daría a luz prematuramente una niña que no sobrevivió. De la tristeza y desolación de la princesa enamorada hay cientos de poemas medievales. El más famoso contaba que Juan murió viviendo, porque no pudo contener sus ganas de vivir y desea para todos una muerte tan envidiable.

Viuda, Margarita volvió a Flandes donde se proyectó un nuevo matrimonio.  

En 1501, se volvió a casar con Filiberto II, duque de Saboya (1480-1504), del que no tuvo hijos y que murió tres años más tarde. 

De nuevo se buscaron pretendientes, como Enrique VII de Inglaterra, viudo de Isabel de York, pero Margarita se negó en rotundo y no quiso volver a casarse. 

Entonces murió su hermano Felipe el Hermoso, el marido de Juana la Loca y fue cuando su padre le ofreció la regencia de los Países Bajos (1507-1515) y la tutela de su sobrino el futuro Carlos V y sus hermanos Leonor, Isabel y María.

En su tiempo Margarita de Austria fue considerada, junto a Ana de Bretaña, Luisa de Saboya y Catalina de Aragón, una de las mujeres más inteligentes de la realeza europea.

Margarita de Austria dirigió con prudencia y sabiduría en los Países Bajos, actuando como intermediaria de su padre, también negoció un tratado con Inglaterra, en el que se favorecía el comercio de ropas flamencas. También participó en la Liga de Cambrai (1508). ¡Qué reina perdió España!.

Después de 1515, su sobrino Carlos V se rebeló brevemente contra su influencia, aunque prontamente la reconoció como un consejero sabio y razonable, volviendo a restituir su puesto en 1519, intermitentemente, hasta su muerte. Ella negoció junto a Luisa de Saboya la llamada Paz de las Damas, en 1529.

Margarita de Austria murió en Malinas, después de declarar heredero único y universal a su sobrino Carlos V, y I de España. Está enterrada en Bourg-en-Bresse, Franco Condado.

LA IGLESIA ENTRE SANTANDER Y BURGOS.

En Villasevil está la iglesia románica del siglo XIII en la que se celebró la boda entre el príncipe don Juan, hijo de los Reyes Católicos y la princesa doña Margarita de Austria, hermana de Felipe el Hermoso, en 1497. Los preparativos de la boda corrieron a cargo de don Pedro Ruiz de Villegas, que trataba de ganar el favor de los reyes para beneficiarse en la lucha que mantenían las familias de Villegas y Manrique por el dominio del valle de Toranzo.

LA TRAGEDIA TROVADA.

Enzina escribió la “Tragedia Trovada” (originalmente era con “b”, trobada”) a la dolorosa muerte del príncipe Don Juan, de la cual se extraen estas líneas:

[...]

Los cantos, las vozes y las melodías
tornáronse todas en triste llorar,
assí como el cisne que suele cantar
al tiempo que quiere dar fin a sus días;
siguieron dolores en pos de alegrías,
¡qué Día de Ramos!, ¡qué Viernes de Cruz!,
¡qué grandes tinieblas después de tal luz!,
¡O vida mortal!, ¿en qué te confías?

Murió nuestro Príncipe muy poderoso,
no que perdiesse jamás los sentidos,
los sacramentos muy bien recebidos,
partióse del mundo, no dél codicioso;
su muerte segura, con mucho reposo,
tan buena, tan santa, de tal maravilla
que, aunque nos pone muy mucha manzilla,
no siento quién della no sea embidioso.

[...]

La gran flor de España llevó Dios en flor,
en flor floreciente de mucha virtud,
su gran magestad, real celsitud,
nos dexa en España muy mucho dolor.
De aqueste dechado saquemos lavor,
que en su mocedad murió de tal suerte;
enxemplo nos dexa de vida y de muerte,
que muy bien biviendo murió muy mejor.
 

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