CÓMO NOS VEN ELLAS /opinión
femenina |
MÍRAME A LA CARA
y dímelo.
Una de las amigas lucía un
evidente embarazo. Contó que el padre se había desentendido,
lo de siempre, una solución rápida y una vida para olvidar.
Contó que estaba sola, sin medios, pero que su madre se haría
cargo para que no le quitasen lo que venía. Luego nos contó
que el padre, del que nada sabemos ni preguntamos, le pidió que
la criatura llevase sus apellidos, sólo eso, sus apellidos.
Una de las amigas perdió
a su hijo. Esta amiga consolaba a la anterior y aventuraba que la felicidad
está por venir y que un hijo siempre es felicidad.
Una amiga iba a adoptar una niña
de un país asiático y tras dos años de papeleo se
divorció justo antes de la entrega, así que se quedó
sin niña y en soledad.
Otra amiga planificó la maternidad.
El hombre contestó que no podía negarla nada. Ella
le dijo que el amor requiere de estas cosas.
Otra amiga se tropezó con
un hombre y se aventuró a una maternidad diferente en un mundo de
pareja diferente.
Otra amiga llevaba años con
un hombre al que amaba, un día le cogió del brazo y le dijo:
mírame a la cara y dime que no quieres un hijo nuestro. Un día
le cogió del brazo y le dijo: mírame a la cara y dime que
no me quieres. El silencio, el silencio, ¡habla!, el silencio. El
silencio que se dice a la cara para decirlo todo.
Amor gignit amorem.
El amor engendra amor.
Amor tussique non celatur.
El amor y la tos no se pueden
ocultar.
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