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CÓMO NOS VEN ELLAS /opinión
femenina |
UNA NOTA DE COLOR
Una nota en un restaurante.
Era tan antiguo en todo, en sus
formas, en sus gustos. Ese gusto por las maneras. Esa forma de dirigirse
a los demás en los restaurantes.
Me costó acostumbrarme a
que me retirase la silla o me la acercase cuando íbamos a los restaurantes.
O el lenguaje de las notas. ¿Quién escribe hoy en día
notas en los restaurantes?. Bueno está aquella anécdota de
Mario Camus, el director de la película sobre el novelón
de Delibes, "Los santos Inocentes", que estuvo a punto de conseguir la
Concha de Oro en el Festival de Cannes de 1984, y que la propuesta fue
apoyada por el presidente del jurado Dirk Bogarde. Años después,
en un restaurante en Paris, Mario Camus vio a Dirk Bogarde y pensó
en acercarse a su mesa para agradecerle su apoyo a la película,
pero no se atrevió a molestarle sin conocerle. El gusto por las
formas. Así que se sentó en su mesa y le escribió
una nota que dio al camarero para que se la entregase. Dirk Bogarde,
abrió la nota, la leyó, miró hacia la mesa de Camus,
sonrió e hizo un pequeño gesto con la cabeza. Bogarde acabó
de cenar y salió del restaurante haciendo un gesto educado a Camus,
que se quedó algo decepcionado. Al poco rato volvió a la
mesa el camarero con una nota de Dirk Bogarde en la que había escrito
"Milana, Bonita".
Me volvió a la memoria Delibes
cuando escribió la historia de ese abuelo que lleva a su nieto a
ver una procesión y le coloca en una esquina que sólo él
conoce, una esquina desde donde verlo todo, toda la procesión, todo
el mundo. Me acuerdo cuando me decía que lo tenía que ver
todo con sólo una mirada. Me pasa como aquel “diario de un cazador”,
en el que Delibes cuenta como el cazador ve al que se ha ido, pero que
no podía verle cuando estaba. Recuerdo cuando me contaba el cuento
de Delibes del niño abandonado que encuentra una luciérnaga
y la guarda en un cajón que coloca en la mesilla. Me decía
que yo era su luz. Maldito embustero.
Cuando todo acabó … cuando
todo acabó me fui a casa y me preparé un cóctel y
sin quererlo escuchaba su voz en el recuerdo. Siempre había una
historia que contar, que si el origen de la palabra “cóctel”, que
si significa cola de gallo, que si no sé qué bar del siglo
XVIII, que si la coctelera buena es la Boston. .. Siempre con sus
historias … Ahora cada vez que voy a un restaurante me acuerdo del
caballero que retiraba mi silla, me contaba todas las historias y me enseñaba
el mundo dejando las paredes a mi espalda.
Hace poco estaba en un restaurante
con una amiga y el camarero nos sorprendió con dos postres de chocolate
con menta y una nota que le había dejado un caballero que se había
ido.
No me hizo falta abrir la nota para
saber que no decía nada, estaba en blanco, porque blanco es el símbolo
de la luz.
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