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HISTORIA - ARTE / Curiosidades históricas.

PEGGY GUGGENHEIM Y DOS PENDIENTES.

Mecenas del arte abstracto, amante de pintores, y una personalidad que se resume en su célebre frase: "me había hecho hacer un vestido de noche blanco y me puse un pendiente de Tanguy y otro de Calder para demostrar mi imparcialidad entre los surrealistas y los abstractos."

Para enmarcar al personaje empezamos recordando la descripción que de ella hace José Luis de Vilallonga. "Era una mujer frágil y conmovedora", recuerda el escritor "Sus ojos eran de un azul diáfano, pero éramos muy pocos los que lo sabíamos, pues los disimulaba tras unas inmensas gafas negras que le daban un aspecto de gato faraónico y alucinado".

Peggy Guggenheim (26 de agosto de 1898 Nueva York - 23 de diciembre de 1979 Padua) nacida Marguerite Guggenheim, era hija de Benjamin Guggenheimm, que murió al hundirse el Titanic en 1912, y Florette Seligman.

Su primer matrimonio fue con Lawrence Vail. En el año 1920 viajó a París y enseguida se interesó por la nueva vanguardia artística. En 1921, con 23 años ya era dueña de la mayor colección privada de artistas del siglo XX.

En 1938 creó una galería de arte moderno en Inglaterra y en 1942 abrió otra galería, Arte de Nuestro Siglo, en Nueva York; más adelante se hizo mecenas de muchos artistas de renombre, entre los que destacan Jackson Pollock, Hans Hofmann y Max Ernst, con quien llegaría a casarse en 1941, tras el fracaso de su primer matrimonio, para volver a divorciarse en 1946. 

Tras Max Ernst llegó Jackson Pollock, del que dijo que con él se cierra el catálogo de los diez grandes genios del siglo XX.

En 1947, de vuelta a Europa, compró el Palazzo Venier dei Leoni, un palacio inacabado del siglo XVIII donde abrió al público su colección (1949). 

En esta época se presenta con un dilema unir o no su colección a la de su tio Solomon Guggenheim (1861-1949), pero no es hasta la muerte de Solomon cuando Peggy acuerda con su primo Harry, el nuevo patriarca de la familia, unir la colección con una condición "que mis cuadros se queden en Venecia. A no ser que se hunda Venecia...". 

El tío Solomon siempre apostó por su museo en la Quinta Avenida de Maniatan y tuvo el acierto de encomendar su construcción a Frank Lloyd Wright, posiblemente el mejor arquitecto del siglo XX. 

Wright decía de Solomon: "es el único millonario que conozco que, en vez de dejarse enterrar por el pasado, prefiere afrontar con audacia el futuro". Cuentan que temía la reacción de Salomón al presentarle la maqueta del célebre museo que da vueltas y vueltas en forma de caracol, pero que al verla, tras un largo silencio, gritó: "¡Esto es lo que quiero!".

Solomon Guggenheim murió de cáncer de próstata a los 88 años, sin poder ver su museo y fue su hijo Harry el que acabó haciendo realidad el museo, uno de los edificios más emblemáticos del siglo XX.  Tampoco lo pudo ver concluido el arquitecto, Frank Lloyd Wright, que murió poco antes de la inauguración del museo, en 1959. 

Es curioso detenerse en este personaje porque su relación con Peggy es determinante. Solomon estaba casado con Irene Rothschild, y pasaban meses instalados en la mejor suite del Hotel Plaza de Nueva York. 

En 1927, con 65 años, Salomón conoce a Hilla Rebay von Ehrenwiesen (1890-1967), y pasa de coleccionar arte clásico al más vanguardista. Hilla Rebay era una pintora de origen prusiano partidaria de las tendencias más radicales del arte europeo y que residía en Estados Unidos desde 1927, y que recibió el encargo de pintar el retrato de Solomon. Hilla Rebay se introdujo en el arte moderno de la mano de Jean Arp, su amante 1915 y 1917. Hilla se hizo defensora del rechazo a la objetividad en la concepción del arte y escribió: "en toda la historia del mundo nunca antes se había dado un mayor paso hacia delante, pasando de lo materialista a lo espiritual, que el de la objetividad al de la no objetividad. Puesto que nuestro destino es el de ser creadores y nuestro sino el de volvernos espirituales, la humanidad llegará a desarrollar y disfrutar del mayor poder intuitivo mediante las creaciones del gran arte, las gloriosas obras maestras de la no objetividad."

Hilla Rebay organizó un viaje del matrimonio Guggenheim a Europa para conocer el arte de vanguardia. En el verano de 1930 visitaron a Kandinsky en su estudio de la Bauhaus en Dessau. Con la compra de un importante cuadro de este pintor, Composición 8, de 1923, se inicia un mecenazgo. Solomon R. Guggenheim llegaría a comprar más de 150 piezas suyas. 

Tras descubrir a Kandinsky, Solomon subasta su colección de arte clásico y compra todo tipo de arte moderno, incluso los cuadros del que fuese amante de Hilla, Rudolph Bauer. Hilla consiguió que Guggenheim subvencionara totalmente la producción de Rudolf Bauer.

Cuando en 1939 Salomon presenta su Colección de Arte No Figurativo en la calle 54 de Manhatan, aparece la sobrina Peggy y le dice: "un desastre". Menos mal que de vuelta al hotel le comenta que se ha quedado lo mejor en su colección privada, que tenía en la misma suite del Hotel Plaza y entre los que destacaban Picasso, Braques, Kandinskys, Klees y Chagalls.

Pero los que menos le gustaron fueron los cuadros de Bauer, tan valorados por Hilla. Las memorias de Peggy, bajo el título de “Confessions of an Art Addict”, contiene una referencia a este momento: "le dije a mi tía Irene que le hiciera un favor a mi tío, que quemara todos aquellos Bauers con sus horribles marcos de plata".

Pero aún viendo la colección privada de su tío insiste:

"Fuimos a ver el museo de mi tío: un desastre. Había por lo menos un centenar de cuadros de Bauer, con inmensos marcos plateados que no dejaban ver los veinte Kandinsky [...]. De las paredes salía música de Bach -un contraste bastante extraño-. El museo era un pequeño edificio muy bello aunque totalmente desaprovechado con aquella colección. Max [Ernst] lo bautizó Casa Bauer. [...] Contrariamente a la Casa Bauer, en el Hotel Plaza existía una colección muy buena de mi tío Solomon Guggenheim, pero que sólo podía visitarse con una invitación especial. Mi tía Irene vivía ahí con mi tío, rodeada de maravillosos Picasso, Seurat, Braque, Klee, Kandinsky, Gleizes, Delaunay, Chagall y un Lissitzky [...] Le dije a tía Irene que quemara todos los Bauer y que, en cambio, se llevara aquellos cuadros al museo. Me dijo: "¡Calla! Que no te oiga tu tío. Ha invertido una fortuna en Bauer."

Pero es más, Peggy se instala en Nueva York y monta su galería particular (Art of this Century) a tan solo tres manzanas de la colección de Solomon. Es con ocasión del estreno de la galería cuando asiste con dos pendientes diferentes, ocasión que recuerda en sus memorias con la célebre frase: "me había hecho hacer un vestido de noche blanco y me puse un pendiente de Tanguy y otro de Calder para demostrar mi imparcialidad entre los surrealistas y los abstractos."

Decían las lenguas malévolas que era más fiel al arte que a sus esposos.

Volviendo a la unión de las dos colecciones de arte, de tío y sobrina, Peggy ganó la partida a su tío Solomon. Marcel Duchamp, uno de los más relevantes artistas del siglo XX, amigo y consejero de Peggy Guggenheim durante décadas, decía que "el arte es cuestión de personalidad" y Peggy era una personalidad que vivía por y para el arte.

Peggy asimiló el arte a través de la relación personal, esto es lo que le convierte en una coleccionista tan especial. En su mundo estuvieron presentes Marcel Duchamp, Max Ernst, Man Ray, Yves Tanguy, Constantin Brancusi, Samuel Beckett, James Joyce, Jean Cocteau, Emma Goldman, Djuna Barnes, Frederick Kiesler, André Breton, sir Herbert Read y Jackson Pollock.

Aprendió a decidir de la mano de Marcel Duchamp, Ernst y Breton, y bastaba un vistazo para calificar una obra: "This is good, this is bad".

Entre sus amistades más curiosas está la anarquista americana de origen lituano Emma Goldman, defensora de la libertad femenina. Se conocieron en el sur de Francia a finales de los años veinte, pues Emma había sido exiliada de Estados Unidos. Peggy no tardó en regalarle una casa cerca de Saint-Tropez, llamada "Bon Esprit". Se dice que la razón de la razón de esta amistad es que Goldman convivía con el anarquista americano Alexander (Sasha) Berkmann. Este hombre había sido años antes encarcelado por intento de asesinato del coleccionista Henry Clay Frick, con el que Peggy no tenía las mejores relaciones.

Peggy dejó escritos sus recuerdos en dos libros Out of This Century (1946) y Confessions of an Art Addict (1960), posteriormente fundidos en Una vida para el arte (1979).

Falleció el 23 de diciembre de 1979, después de un ataque de apoplejía. 

 
 

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